INTERNACIONAL/ Una monja nigeriana, una periodista mexicana y un cardenal alemán emplazaron a los obispos reunidos en la cumbre convocada por Francisco.
Una conocida monja nigeriana arremetió ayer contra la cultura del silencio que desde hace mucho encubre los abusos sexuales cometidos por el clero católico, al afirmar ante la cumbre en el Vaticano sobre el tema que la transparencia y el reconocimiento de los errores son requisitos para recuperar la confianza de los fieles.
Posteriormente, una periodista mexicana dijo a los obispos en la cumbre sobre abuso sexual clerical convocada por el Papa Francisco que al no denunciar el abuso ni informar a sus feligreses sobre los curas depredadores, se convierten en cómplices de los crímenes.
Entre una y otra, un cardenal alemán reconoció que los archivos de la Iglesia sobre los abusadores habían sido destruidos, las víctimas acalladas y las normas ignoradas, todo con tal de ocultar el escándalo.
La hermana Verónica Openibo, la corresponsal mexicana Valentina Alazraki y el cardenal alemán Reinhard Marx emitieron fuertes mensajes a los casi 190 jerarcas eclesiásticos reunidos en la tercera de las cuatro jornadas de la cumbre presidida por el Papa, dedicada a la prevención del abuso y la protección de los niños.
Las dos primeras jornadas se enfocaron en la responsabilidad de los jerarcas frente a la feligresía y cómo deben estar sujetos a rendir cuentas si son incapaces de proteger a los jóvenes de los curas depredadores. Los temas abordados el sábado fueron la transparencia y el poner fin al código de silencio que permitió ocultar los abusos durante tanto tiempo.
Y la jornada fue dominada por mujeres. Openibo fue una de las pocas mujeres invitadas a la reunión. Ella aprovechó el momento en la tribuna para fustigar a los líderes de la Iglesia por su silencio ante semejantes crímenes. «¿Cómo es posible que la iglesia clerical permaneciera en silencio, encubriendo estos hechos atroces?», preguntó. Alazraki, quien desde hace tiempo es corresponsal en el Vaticano de Televisa, retó a los líderes a decidir si están del lado de los sacerdotes acusados y de quienes encubren crímenes, o de las víctimas. Y advirtió que de no tomar partido por las víctimas, los «periodistas, que buscan el bien común, serán sus peores enemigos».
Por su parte, Marx reclamó una redefinición del «secreto pontificio» y la publicación de las estadísticas pertinentes. Subrayó que sería un primer paso para restaurar la confianza de los fieles y salir al cruce de las teorías conspirativas de que la Iglesia sigue ocultando los abusos. «Si no lo logramos, perdemos la oportunidad de mantener un nivel de autodeterminación con respecto a la información o quedamos expuestos a la sospecha del encubrimiento», advirtió.
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