RÍO TERCERO/ CENTRO DE MEDIACIÓN EN RÍO TERCERO/ Lucía Paván (67) (FOTO TAPA) es Directora del Centro de Mediación en Río Tercero, ubicado en la Fundación Universitaria Río Tercero (FURRT) donde por estos días volvió al inicio de las actividades, luego de que en marzo la pandemia frenara la actividad.
PUBLICIDAD
Las oficinas del Centro de Mediación funciona en el edificio de la FURRT en calle Hilario Cuadros 443 en barrio Cabero de Río Tercero y la encargada es la Doctora en Sociología y licenciada en Trabajo Social Lucía Galván.
“Es el primer Centro de Mediación y de la zona, tiene un futuro importantísimo. Es el primer lugar para poder resolver un conflicto. La gente puede llegarse a la FURRT a plantear la problemática y solicitar el Centro de Mediación. Se podrá mediar de forma virtual o presencial a partir de la semana que viene”, expresa la mediadora.
En la charla con el OJOWEB, la profesional explica que las principales problemáticas son referidas a las situaciones de vecindad, de familia y de cuestiones comunitarias. En cuanto a las mediaciones por asuntos familiares, se busca un tercero para poder dirimir, las exigencias de una parte son principalmente sobre la cuota alimentaria o el régimen de visitas de los hijos.
“Los hijos siguen siendo la moneda de cambio”, sostiene Paván.
——————————
En cuanto, a los problemas entre vecinos las situaciones son amplias, desde un problema de humedad entre paredes hasta un tema de una cañería de desagues.
En el tema comunitario, el clásico es sobre los consorcios, como espacios comunes, ruidos molestos. Para ello, se hace un acuerdo de convivencia que se puede homologar ante la Justicia Ordinaria y que tiene validez de sentencia.
PUBLICIDAD
Un raro ejemplo de mediación. Sobre el extraño caso, Paván relata: “Transcurría 2006, cuando en el Centro de Mediación que dirigía en la ciudad de Cruz del Eje un matrimonio con hijos que se habían separado planteó lo siguiente:
La mamá de los niños quería que un caballo se quedara al cuidado de los niños y en tanto el padre pretendía que el caballo estuviera con él, para las carreras. Finalmente pudimos llegar a un acuerdo donde durante la semana el caballo se quedaba con los niños y el fin de semana el hombre lo podía hacer correr.