Por Carolina Vietti, Lic. en Trabajo Social – MP: 3710 / Ciclo de la Violencia hacia las Mujeres/
Abordar la violencia de género como problemática compleja, implica un proceso continuo que nos exige problematizar y renovar miradas, creencias, roles y lugares que habitamos en la cotidianeidad social.
En este sentido, reflexionar sobre la violencia contra las mujeres, nos significa conocer que existen distintos tipos y modos según su ámbito de expresión.
Violencia física, simbólica, sexual, psicológica y económica, son los tipos en que podemos distinguir este flagelo que nos atañe, y en cuanto a la variedad de ámbitos en que se pueden suceder, podemos distinguir: doméstica, institucional, laboral, obstétrica, contra la libertad reproductiva y mediática.
A su vez, la violencia de género tiende a presentarse de forma cíclica, intercalando etapas de agresiones y violencias que pueden llegar a interpretarse como momentos de “calma”.
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Leonor Walker (1979) psicóloga estadounidense, describe y explica la existencia del círculo de la violencia, que envuelve y hace que sea difícil abandonar vínculos violentos. ___
En este sentido, se distinguen tres fases:
- Fase de acumulación de tensión: se caracteriza por incidentes menores, que van incrementándose en intensidad y hostilidad. El agresor demuestra su violencia de forma verbal y, en algunas ocasiones, con agresiones físicas, con cambios repentinos de ánimo.
- Fase de explosión violenta: en esta segunda fase se produce una descarga desenfrenada de la tensión originada en la fase anterior. En esta etapa aparece con más fuerza la violencia, ya sea física, psicológica y/o sexual.
- Fase de “luna de miel”: el varón manifiesta su arrepentimiento, pide disculpas y promete un cambio. La mujer se aferra a la necesidad de creer que él ha cambiado.
Hablar de los diversos tipos, ámbitos y la existencia de un ciclo que hace, muchas veces, vernos envueltas en vínculos violentos difíciles de abandonar, deja de manifiesto lo expuestas y vulnerables que las mujeres nos encontramos dentro de un sistema patriarcal.
En este sentido, es primordial y urgente comenzar procesos que nos lleven a problematizar-nos y poner en tela de juicio, prácticas y discursos cotidianos que circulan.
La importancia de comprender la corresponsabilidad que nos atañe a toda/os, entendiendo que la violencia de género no es un problema singular, sino social y colectivo; y saber que si los actos violentos sucedieron una vez, seguramente volverán a ocurrir.