SAN JUAN / En la tarde del martes 6 de abril, una guardia de honor de cientos de motociclistas y decenas de vehículos de mayor porte se plegaron al último viaje del corredor de motocross, que murió en una carrera en San Agustín el fin de semana pasado. El último adiós a Alberto Zapata estuvo acompañado de familiares, amigos, corredores de motocross y enduro, periodistas, allegados, y todo el pueblo sanjuanino.
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El cortejo fúnebre que trasladó los restos del motocrosista sanjuanino partió a las 17 desde la Cochería San José, ubicada en Salta y Santa Fe, hacia el Cementerio de Rawson. El acompañamiento al joven de 23 años tuvo su momento más emotivo cuando en su paso por Conector Sur entre 9 de Julio y Superiora, un grupo de motociclistas (muchos de ellos nenes de la escuelita de ASER donde él era profesor) lo esperaron con el equipo y casco en mano para aplaudir al Wey, al campeón de la vida.
Desde la Provincia de San Juan ordenaron el operativo de seguridad en conjunto con la Policía de San Juan y los monitores urbanos para que el acompañamiento se haga con el mayor orden posible. Pilotos de Alto Rendimiento como Mauricio Quiroga, Facundo Mora, Matías Soto, Carlos “Dibu” Morales y Fernando Hierrezuelo, entre otros, participaron del traslado hacia el cementerio.
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El pueblo sanjuanino salió a la calle para ubicarse en distintos sectores del Conector Sur y ver el paso de los restos de Alberto Zapata, y del multitudinario acompañamiento del pueblo sanjuanino.
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El Wey, en su estado más puro
A sus tres años debutó en motocross y hasta los 23 no paró. Veinte años de pura pasión y puro amor. En sus inicios se bajaba de la moto y se subía al auto a tomar el biberón de leche, muchos lo buscaban y su padre, con una sonrisa de por medio, decía “ahí está el wey recargando combustible”. Las primeras caídas de la moto lo hacían enojar al pequeño y le pedía a los padres que lo ayuden a levantarse para seguir acelerando a fondo, como a él le gustaba.
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Ser de luz, simpático, buena persona, amable, buena onda, generoso, compañero, amigo, excelente hijo, fueron algunas de las palabras que definen a este piloto que se ganó el cariño de todo el pueblo sanjuanino. Su simpatía y carisma siempre fueron su motor y fuente de inspiración, pero desde aquel 15 de noviembre de 2020 (día en el que sucedió el accidente que le costó la amputación del brazo izquierdo) conocimos el lado B de un excelente deportista, la persona. Su fuerza de voluntad y el sacrificio para afrontar su recuperación sirvió de ejemplo para muchos (niños, jóvenes y adultos).
Desde aquel día corrió cinco competencias, en las cuales logró como mejor resultado un triunfo en Chubut (Campeonato MX2 Patagónico Sur) y un tercer puesto en Puerto Madryn por el mismo certamen.
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“Me siento feliz haciendo lo que amo, más allá de las adversidades. En cada curva me alentaban y todo el fin de semana me apoyaron para que me sienta más cómodo. Amo hacer este deporte, es mi pasión y mi fuente de trabajo. Espero poder adaptarme cada vez más a competir en estas condiciones hasta que llegue la prótesis”, esas fueron algunas de las palabras del “Wey” tras su primera competencia en San Agustín después del accidente.
Capítulo aparte con el empuje que brindó para que el motocross en la provincia se reactive. Tanto es así que entrenaba a los chicos de la escuelita y su incentivo permanente era que se sumen más pilotos a la actividad. El próximo 18 de abril será la primera fecha del certamen sanjuanino y todos recordarán y honrarán al genio sanjuanino.
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Además Zapata es el motocrosista más ganador en la provincia, con varios campeonatos sanjuaninos y argentinos en su haber, sumado a los subcampeonatos en Perú, donde fue piloto oficial Kawasaki, y a su participación en un mundial de Junior en Bélgica en el 2014.
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Alberto Zapata, el “Zapatita”, el “Albertito” o el “Wey” dejó muchas enseñanzas, y una marca imborrable no solo en San Juan, si no en diferentes puntos del país y del mundo. Su lucha ante las adversidades valió, vale y valdrá de ejemplos para muchos, propios y extraños. Vivió su vida a fondo, como andaba arriba de la moto. Era un ser único, especial, parecía que tenía 50 años por todo lo que había logrado tanto arriba como debajo de la moto. Ese espíritu, esa energía, esa amabilidad, esas ganas de vivir, lo que transmitía, lo convirtió en un ser especial.
Foto y nota: https://sisanjuan.gob.ar/