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NOTA DE OPINIÓN / La gestión de los conflictos por / Por Carlos Pajtman, abogado
La propuesta de hoy es pensar sobre la función del Estado y de la Sociedad en la solución de los conflictos. Los conflictos mueven la abogacía; y lo hacen, en una gran mayoría de veces, desde un lugar donde abunda el dolor.
Dolor por la muerte de un ser querido, dolor si se dañan los bienes, si se pierde o te maltratan en el trabajo, si te discriminan por tu elección sexual. Dolor de ir preso, de tener un familiar preso o por una ruptura familiar. Dolor de un hecho violento, un accidente en el trabajo o ser víctima de un delito.
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Muchos dolores traen aparejados conflictos. La manera de gestionar el conflicto es algo que va de la mano con gestionar ese dolor.
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Todo indica que la sociedad -donde todos somos parte- es cada día menos proclive a gestionar el conflicto por medios que nos lleven a buen término. También a buen término con el dolor. Así, cada día vemos que se instalan dos ideas antagónicas: mano dura o llevar todos los problemas a Tribunales.
Está claro que todos los ciudadanos tienen sus derechos, lo que no está claro es como lograr la convivencia armónica dentro de esos derechos. Cuando se pisa la línea del derecho del otro, empieza el conflicto. Y desde ya la advertencia, si lo llevamos a territorio de Tribunales, una parte gana y la otra pierde. En esa dualidad, muchas veces todos perdemos ¿Hay posibilidades que nadie pierda y todos ganen? ¿O por lo menos que salga empate? Claro que la hay.
La primera sugerencia sería evitar llevar todo a Tribunales, intentando que solo lleguen aquellas disputas que ya no tengan otra posibilidad. Necesitamos con urgencia una búsqueda de caminos creativos para gestionar estos conflictos.
La mediación es un camino que da resultados, promoviendo diálogos, escuchas y acuerdos. La mediación sirve para todas las áreas. El resultado está ligado al entrenamiento de los mediadores, la actitud de los abogados y abogadas y la predisposición de las partes.
Algo parecido, aunque no igual es la justicia restaurativa, que pretende restaurar los lazos sociales que se cortan por problemas de derechos vulnerados, lo que implica arrancar por el diálogo para seguir con la reparación, y el objetivo central de encontrar la restauración que nos permita seguir viviendo en la misma sociedad y mirándonos a la cara.
Una traba compleja contra estas y otras herramientas de gestión de conflictos, son las profundizaciones de problemas en redes sociales o en medios de comunicación social. La idea falsa de “mano dura”, de que “se pudra en la cárcel”, o de “prejuicios” no solo son falsas ideas, sino que son perversas y dañinas para la sociedad, porque en definitiva lo que se suma es más violencia.
«Se pretende que esa violencia instalada desde estos lugares de medios y de redes, las ejerza el poder del Estado. Cuando está claro que no puede solucionarlos: Cada vez hay más cárceles y estamos más complicados en la convivencia social, es decir, no funciona».
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Muchas veces veo transitar por la sala de la Cámara del Crimen a mujeres y hombres que no tuvieron la posibilidad de gestionar sus conflictos, por la edad, por el acceso a la educación, por su situación económica, por sus adicciones o situaciones de salud.
El camino que tomará el Sistema Judicial es dar dolor a una persona, porque la pena es eso, propinar dolor; en esos momentos, cuando veo la aplicación del dolor por parte del Estado; tengo la sospecha, como dice la canción de “El Rebelde” de “La Renga” que “ser socio de esta sociedad… me puede matar”.