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ECONOMÍA / Tras la fuerte escalada que arrancó en junio, el tipo de cambio se mueve casi igual que los precios. El nuevo equipo económico busca recuperar la demanda de pesos y tranquilizar el frente cambiario.
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El dólar oficial, sin embargo, se sigue quedando atrasado en relación a la evolución de la inflación. Con subas promedio de 4% mensual, el incremento acumulado es de 25% y quedó 10 puntos debajo de la inflación acumulada. Pese a esto, tanto la ministra de Economía, como el titular del Banco Central, Miguel Pesce, sostienen que no se encuentra atrasado ni piensan en hacer un ajuste “brusco” del tipo de cambio.
Los pronósticos de inflación para el año ya se ubican en torno al 90% luego de los fuertes saltos de precios de fines de junio y la primera semana de julio, cuyo piso estaría en alrededor del 7%. Si el tipo de cambio siguiera la misma trayectoria que los precios durante todo 2022, eso significa que para fin de año tendría que rozar los $ 400.
Los anuncios realizados por Batakis y el BCRA buscan enfriar la presión sobre el tipo de cambio y atraer más demanda de pesos, pero aún es prematuro adelantar algún resultado. La promesa de una mayor consolidación fiscal va en esa dirección, lo mismo que el compromiso de Pesce de habilitar una ventanilla de liquidez para los bancos que quieran vender bonos del Tesoro.
“Ayer el dólar libre quedó por encima del dólar MEP, por lo que debería corregir, prácticamente no pasó nunca en el año”, explicaba ayer un operador local. La incógnita es hasta qué punto el ruido político y las dudas respecto a las medidas que quiere implementar Batakis jugarán en contra de un mayor apetito por los bonos en moneda local.
La emisión monetaria será la gran variable a monitorear para comprobar si las promesas de la ministra de avanzar hacia un equilibrio fiscal en base caja es cumplible o no. El temor del mercado es que continúe devengándose un fuerte nivel de gasto, creando una bola de nieve de deuda flotante, un clásico preelectoral en la Argentina. Así quedarían sin cobrar por ejemplo proveedores de obra público y sería el próximo gobierno quien tendrá que enfrentar esos “esqueletos en el armario”. En la década de 1990, por ejemplo, se emitieron millonarias sumas de Bonos de Consolidación (Bocon) tanto para proveedores como para la deuda previsional (sistema jubilatorio).
No hay que descartar, por otra parte, que algunos inversores empiecen a dolarizarse pero buscando alternativas. Por ejemplo, la destrucción de precios de los bonos soberanos argentinos podría dar paradójicamente lugar a una mayor demanda. La cotización a menos de USD 18 fue impulsada por la salida de fondos internacionales que decidieron vender a cualquier precio. Pero no sería una locura pensar que el año que viene en un escenario de cambio de humor político, esos mismos títulos vuelvan a la zona de USD 30, lo que implicaría una suba potencial de más del 65% en moneda dura.
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