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CARTA AL LECTOR / Por Jorge Décimo DNI 16.857.094.
En la noche del domingo pasado, cuando se conocieron las cifras finales (¿?) del turbio escrutinio provisorio de las elecciones provinciales, entre la comunidad docente, cundía una especie de desazón debido al triunfo del delfín schiarettista por tres puntos porcentuales.
Triunfo que significa otro periodo gubernamental para un régimen que imperó durante 24 años interrumpidos sobre la provincia de Córdoba, régimen que se destaca por dos cosas: Primero, por constituir una coalición de gobierno con un pilar indisimulable en la conducción celeste monserratista de la UEPC que le garantizó al Poder Ejecutivo y mantener a los docentes bajo la línea de la pobreza, precarizar de forma ignominiosa el trabajo docente, y destruir los derechos jubilatorios de los educadores y demás agentes del estado.
Segundo, ejerció en la provincia toda, de un poder unívoco en la Legislatura y en todas las jurisdicciones departamentales durante seis períodos electivos de forma ininterrumpida.
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La coalición de sectores que sostiene al Gobierno no tuvo demasiados sobresaltos, salvo la pata que defiende la burocracia de UEPC, donde los docentes dijimos basta y cuestionamos heroicamente la realidad de miseria a que nos someten y protagonizamos una histórica lucha en el principio de este ciclo lectivo 2023, esa lucha y no otra cosa, le produjo una profunda crisis a este régimen que estaba invicto desde su creación allá por fines del siglo pasado.
Veamos. Es cierto, Llaryora, la continuidad de esta coalición antidocente se impuso ajustadamente en la categoría Gobernador, pero perdió inéditamente en todas las categorías legislativas.
Lo que significa que el domingo se debilitó ostensiblemente un régimen político que manejo la Legislatura como una escribanía durante un cuarto de siglo, y que sufrimos, con la fatídica ley 10.694 que terminó de sumir a los jubilados docentes en la miseria.
Este resultado, y la geografía del mismo, demuestra que esta coalición de Gobierno sufrió un gran golpe debido a nuestra lucha y la de otros sectores, ya que fuimos los únicos juntos a Salud que denunciamos en la calle el verdadero rostro corrupto y ajustador de este Gobierno.
Aunque se impuso pírricamente el schiarettismo, con respecto a 2019 perdió el 25 % de su caudal electoral, decayendo del 57% al 42%.
Pero lo más importante es que fue hecha añicos su hegemonía legislativa después de 24 años de control férreo de la misma, perdiendo en el segmento distrito único y humillado en la categoría departamental.
En el 2019 se había impuesto en 25 de los 26 departamentos, en esta ocasión perdió 14, y solo retuvo 12. Se destacan entre otros departamentos el nuestro, Tercero Arriba que después de 24 años tendrá un legislador por la oposición, lo mismo pasó en San Martín (Villa María) y Río Cuarto. Estos tres departamentos fueron combativos bastiones de la lucha autoconvocada, donde, como aquí, por primera vez el oficialismo de la celeste fue rechazado cuatro veces en su intento de imponer salarios y jubilaciones de miseria.
Más allá de la pluralidad y de la independencia de los partidos que nos identifica, confiamos más o menos en las distintas propuestas opositoras, el grueso de los docentes militamos contra el Gobierno en esta elección como continuidad de nuestra lucha.
Y como planteamos, y más allá de la decepción por el resultado global, un análisis más complejo de la elección tendría que hacernos pensar que nuestra lucha tuvo consecuencias concretas, y que nos debe producir un merecido optimismo en las próximas elecciones de UEPC del 4 de agosto, que con la LISTA VIOLETA ESCUELAS AUTOCONVOCADAS le disputaremos al oficialismo la conducción del sindicato, para que este sea una herramienta que defienda a los docentes.
Se luche por salarios que partan de 300 mil pesos, que se luche por la derogación de la Ley 10694, se devuelva el 82 % a los jubilados, y se oponga a la precarización del trabajo docente.