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NACIONAL / A 28 metros bajo el océano, se encuentra un enigma de 80 metros de largo.
La posibilidad de que los restos de un submarino alemán de la Segunda Guerra Mundial se encuentren hundidos frente a las costas de Quequén, Argentina, ha atraído la atención del mundo. Esta historia, emergida de las profundidades del océano, ha capturado la imaginación de la prensa internacional, aumentando la expectativa por confirmar la identidad de este misterioso navío.
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El experto buzo italiano Fabio Bisciotti, especialista en embarcaciones náufragas, sugirió que los restos podrían corresponder a un U Boot Clase IX, cruciales para la Kriegsmarine alemana gracias a su capacidad para realizar largos recorridos y su potente armamento.
Bisciotti afirmó a La Nación que «es mínimo el margen de error» y reafirmó su disposición para colaborar con el gobierno argentino en la verificación de la pieza descubierta por el grupo de investigación local “Eslabón Perdido”.
Sin embargo, la propuesta de colaboración y el plan de trabajo presentado por la Liga Naval Italiana, a la que Bisciotti pertenece, aún no han obtenido respuesta del Gobierno.
Mientras tanto, Abel Basti, líder del equipo de “Eslabón Perdido”, está planeando una nueva incursión con tecnología de sonar multihaz para obtener una imagen 3D del buque. Esta operación tiene el potencial de aclarar la identidad del descubrimiento que, según un proyecto presentado en el Senado de la Nación, podría ser el «descubrimiento naval más importante de la historia argentina».
El hallazgo se confirmó en marzo del año pasado y fue ratificado tres meses después por la Prefectura Naval Argentina. A pesar de poder determinar la ubicación y tamaño del submarino, la fuerza de seguridad no ha podido identificar su origen.
Las repercusiones internacionales de este hallazgo están aumentando. Ariel Gelblung, director del Centro Simon Wiesenthal para América Latina, ha expresado preocupación por el silencio del gobierno argentino sobre este asunto, señalando que alimenta la especulación y la sospecha. La historia ha sido cubierta por medios de Estados Unidos e Inglaterra, centrando la atención en las dudas sobre este descubrimiento y su inusual ubicación.
Basti ha criticado a la Prefectura Naval Argentina por gastar más de 61 millones de pesos en un operativo sin identificar los restos, en contraste con los modestos recursos propios de “Eslabón Perdido”. Según la información suministrada por el Ministerio de Seguridad, de este operativo se obtuvieron ocho horas de imágenes de los restos, pero no se pudo determinar su origen.
La misteriosa embarcación ha sido el objeto de varias propuestas legislativas que buscan determinar su origen y contexto histórico. Sin embargo, la preocupación no se limita a la historia; si se trata de un submarino de guerra, puede todavía albergar parte de su arsenal bélico, lo que representa un riesgo potencial.
Entre las teorías está la posibilidad de que el submarino estuviera involucrado en una expedición a la Antártida organizada por la flota alemana en 1938, o que desempeñara un papel de apoyo e inteligencia para el acorazado “Admiral Graf Spee”, que se hundió frente a las costas de Uruguay en diciembre de 1939.
El hallazgo de este posible submarino alemán en las costas argentinas ha generado un intenso debate y especulación. Como destaca Basti: «Ya sabemos que no es un resto arqueológico». Sin embargo, hasta que no se realicen investigaciones más detalladas, la verdadera identidad de este misterioso naufragio seguirá siendo objeto de conjeturas.