«En pandemia, las largas charlas con sus funcionarios, la toma de decisión referentes al cuidado de la salud y la línea delgada entre la vida y la muerte, hicieron que en la soledad del poder del Estado Municipal, terminaron de forjar el vocabulario en su oratoria con precisión y verdades».
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Tal experiencia personal hizo que Marcos Ferrer fuese eficiente en sus alocuciones públicas. Es más, oficialistas y opositores coinciden que Ferrer apela, indica, argumenta y convence con firmeza, y hasta usa la emoción con naturalidad.
La última muestra de un ejemplo de oratoria fluida, ocurrió en la asunción como Intendente para el período 2023/2027 ante la atenta mirada de sus funcionarios de la próxima gestión, como así de la presencia de Intendentes de la zona, legisladores provinciales y legisladores nacionales.
En todos los casos, Ferrer les habló a cada uno de los sectores: al vecino, a la tropa de Juntos por el Cambio provincial, a su apoyo familiar y finalmente mandó señales a las políticas nacionales de Milei.
En todos los casos, apeló a palabras «sentimentales» de buen impacto en las emociones en los presentes. Como si fuese poco, mejoró sus movimientos de sus manos, su afilada mirada, las bromas y sus recuerdos familiares generan una impronta personal plagada de recursos dramáticos. Sin lugar a dudas, su estilo fue perfeccionándose a través del tiempo.
En busca de nuevos horizontes, Ferrer conoció el valor de las palabras en política. Su último discurso fue elaborado, preparado y revisado por muchas horas de encierro, remarcan del círculo cercano. Su soledad en el poder, lo cataliza con discursos aferrados a la doctrina radical, específicamente a su líder: Raúl Alfonsín.
Finalmente, debo decir que Ferrer es un buen orador, tiene capacidad de leer, de escuchar y de recordar, pero sobre todo que le prestan atención.