Desde aquel 25 de diciembre de 1978 mi retina no borró la gran inundación. Vivíamos en calle Uruguay al 720, a tan solo 40 metros de la vía. Como olvidarse que luego de ese inolvidable episodio en la que me tocó dormir arriba del ropero, ya que el agua entraba por las ventanas, paso a caminar por la añeja casa y nada cambió o poco. A tan solo 150 metros el pavimento estaba con el progreso de una ciudad que forja progreso. Ni que hablar de la R.S.Peña de bote a bote. Eso poco cambió.
Mucha pero mucha gente de la ciudad no sabe el problema de los vecinos que sufren cada verano, cada lluvia, es todo un problema que te entre agua a las casas. Poco cambió. Quizás para darle solución deberían sufrir algunos el mal de no tener cloacas, inseguridad o algún mal moderno.
YA EN 1978 LA CIUDAD SUFRÍA INUNDACIONES
A CASI 40 AÑOS ALGO CAMBIÓ PERO NO ALCANZA
Pero cada gobernante que pasó viven en zonas denominadas secas. Una ciudad para pocos, pero para pocos es la calidad de vida. Por citar barrio Aeronaútico, Los Espinillos, Mitre, parte de Cerino, sur de Castagnino, 20 de Junio, Monte Grande, Parque Monte Grande carecen de infraestructura. No hay pavimento, faltan plazas para que la gente las utilice como debe ser – esparcimiento-. Polideportivos barriales ausentes, como es el caso de sur de Castagnino y 20 de Junio. Una ciudad para pocos, para que unos pocos levanten la mano de Capital Nacional del Deportista.
Hay muy poca infraestructura deportiva de primer nivel, déficit que no hay que mirar más para otro lado. Una postal de los aristócratas es la clásica foto con el deportista. Obvio para la tribuna de los «getos» que mantienen su imagen y poder con cajas económicas encarnadas desde hace años.
Me ha tocado, venir de abajo, estar en el medio y en lo más alto. Pero lo que nunca negocié es ser plebeyo, porque el humilde valora las pequeñas cosas de la vida. El aristócrata está pendiente de la tribuna, y no sabe que esta ciudad centenaria le falta mucho y demasiado para que las clases sociales se mezclen.