El Ojo Web Información periodística de Río Tercero y la región
NOTA DE OPINIÓN/ Cada tanto aparece un personaje en los medios televisivos argentinos para denostar la lucha por los Derechos Humanos, poniendo en duda tanto la cantidad de personas desaparecidas, como la crueldad y bestialidad del terrorismo de Estado.
PUBLICIDAD
Por eso, decidí ir nuevamente al ex Centro Clandestino de Detención y Exterminio «La Perla», a unos pocos kilómetros de la ciudad de Córdoba. Cada vez que uno tiene la posibilidad de ir a este espacio de la memoria, se encuentra con algo nuevo: desde imágenes y objetos, hasta testimonios de quienes estuvieron allí dentro.
Aquel fue el lugar central del plan sistemático de secuestros y torturas durante la última dictadura cívico-militar en nuestra provincia: alrededor de 700 personas pasaron por allí, algunas durante solo dos minutos, otras por más de dos años.
Una vez secuestrada la persona y llevada a «La Perla», los militares que se encontraban a cargo del lugar leían a la víctima todos sus datos personales, mostraban fotos suyas, nombraban a sus familiares: dejaban en claro que las conocían bien, y que las venían siguiendo. Luego de eso, la tortura, los golpes y los gritos, para después quitar todas las identidades y transformar a aquellas personas en un frío número.Aquel número, cuentan las víctimas que lograron sobrevivir, podía ser gritado por los militares para: ir a bañarse, para liberarlos, para llevarlos a otro centro de detención, para torturarlos, o para matarlos. Jugaban con la vida y llamaban a la muerte para coquetear.
Podría continuar escribiendo, pero este tema merece real profundidad y no puede ser agotado en unas pocas líneas. Sin embargo diré una última cuestión: pensé que estas discusiones y controversias negacionistas ya habían perdido peso, pero evidentemente estaba equivocado.
Por eso, el pedido por memoria, verdad y justicia debe hacerse todos los días, y educar a nuestros niños y niñas con democracia y respeto por los ideales es crucial, porque Democracia es mucho (pero mucho) más que ir a votar un domingo cada cuatro años.
PUBLICIDAD
