NOTAS DE LECTURA / Por Germán Ferreyra / Terapeuta Diplomado en Descodificación Biológica. Las emociones nos susurran, luego nos hablan o nos gritan. Las emociones nos dan un mensaje que puede ser claro o no tanto, aunque sí es absolutamente coherente con lo que se está viviendo y requieren una respuesta.
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Hemos llegado a un momento de la evolución humana, donde las emociones han adquirido una importancia relevante en el ámbito de la salud, y ahora es momento de comenzar a educarnos respecto a nuestra inteligencia emocional que no es tan concreta como la biología, sin embargo, es igualmente lógica.
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En Descodificación Biológica o Biodescodificación, hablamos de un origen conflictual de los síntomas o las enfermedades, ya que el abordaje no se divide en áreas tales como la biología por un lado, las emociones, los pensamientos e incluso la espiritualidad por otros, y contempla al ser humano también vinculado con otros seres humanos, es decir que este nuevo paradigma de bienestar está basado en una conciencia de unidad.
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Educarnos emocionalmente, comprende en primer lugar, reconocer las emociones, para luego poder gestionarlas de manera adecuada, esta gestión básicamente se trata de trascender lo que nos pasa, poner nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu en el mismo sitio al mismo tiempo, esta coherencia es lo que nos da afinidad con el bienestar.
Veamos esto con un ejemplo, estoy en una habitación cerrada, de repente siento un olor muy intenso, mi cerebro procesa esa percepción sensorial, lo define como olor a gas y lo etiqueta como peligroso, todo esto casi inmediatamente, mi cuerpo cambia, se emiten señales fisiológicas y hormonales que me alertan, me hacen reaccionar, siento miedo porque el ambiente está contaminado y tengo que salir de este lugar o hallar la llave de gas y cerrarla.
Una emoción es un pedido de movimiento, si logro reconocer puntualmente qué emoción es, podré gestionar de manera adecuada lo que sucede, porque si siento miedo y me bloqueo porque no sé que hacer, el miedo se intensifica y se transforma en un trauma que mi cuerpo de alguna manera gestiona para preservar la vida, continuando con el ejemplo, si me quedo en la habitación con olor a gas sin reaccionar al peligro identificado, mi cuerpo comenzará a sufrir síntomas, por ejemplo, sentiré mi nariz seca, me arde la garganta, puede que me duela la cabeza, voy a marearme, y así mi biología se ve afectada.
Debido al contexto de pandemia, de encierro, de falta de contacto con muchos seres queridos, la incertidumbre respecto al futuro y todas las particularidades de cada uno de nosotros que nos lleva a vivir esta época de una manera distinta y puede que a veces incómoda, me parece muy interesante hablar de dos emociones cuya diferencia es tan sutil, que pueden confundirse y esa diferencia es lo que me llevará a que la gestione o se bloquee en mí y se transforme en un síntoma.
Me refiero al Miedo, que es una emoción primaria, las emociones primarias son comunes en muchos animales, y la Ansiedad que es un derivado del miedo y es netamente humana.
No se vive con Miedo. La condición vital para que aparezca el miedo, es una percepción real de un peligro, es decir oí un ruido, ví algo o huelo algo que me significa un peligro, y ahí mi cuerpo concentra su actividad en sacarme de este lugar peligroso. Aumenta mi ritmo cardíaco, la respiración se hace más corta y rápida, siento tensión muscular, mis sentidos se agudizan para poner más atención en el peligro.
El miedo tiene una intensidad que va de moderada a alta, y por lo general una duración en el tiempo, relativamente corta, porque de alguna manera debe solucionarse ya que es un peligro real.
Estado de Ansiedad. Tal como vimos antes las sensaciones corporales del miedo, aquí también pueden estar, aunque con la diferencia, que mis sentidos si bien se agudizan, lo hacen para sentir lo que me pasa internamente, ante el miedo los sentidos se enfocan en el afuera que es donde está el peligro, en el caso de ansiedad la persona va hacia adentro, se ensimisma, porque el peligro no es real, sino que procede de una fuente interna, mi propia mente y mis pensamientos me anticipan un posible peligro, que ahora mismo, no existe.
La ansiedad, ya sea como cuadro clínico o bien un estado ansioso generalizado durante un período de tiempo, tiene una intensidad baja o moderada con una duración sostenida y tal vez, con algún pico de intensidad elevada puntual por un corto lapso.
La principal diferencia, es que cuando para el miedo el peligro está ahí presente (el olor a gas o una persona merodeando la casa), para la segunda el peligro puede que esté en algún momento, pero en el aquí y ahora no es real (si esta crisis continúa voy a perder todo o si no termino la tesis este año me muero) me estoy anticipando a un problema, y me voy a encontrar con una preocupación recurrente, y esa es la llave maestra.
Gestionar la ansiedad con los pies sobre la tierra. Cuando me encuentro con la preocupación, digo que es la llave maestra porque puede abrir la puerta para salir del estado ensimismado y afrontar el mundo tal como es, salir de esa cárcel que es la ansiedad.
En Biodescodificación no luchamos contra lo que nos pasa, porque ir en contra significa un cansancio que más tarde o más temprano nos vencerá, darle a la preocupación la dignidad que merece es gestionar el estado emocional adecuadamente (parece un cliché aunque la propuesta es que lo pongas en práctica, porque tu experiencia personal es lo que vale) y la preocupación se dignifica con ocupación, respondiendo a la pregunta, ¿qué puedo hacer ahora por esto que pienso que puede pasar? es decir, cuales son los pequeños pasos que puedo ir dando desde ahora para que cuando esa tormenta que creo que puede venir, me encuentre al menos un poco más preparado.
El miedo y la ansiedad tienen muchos puntos en común y principalmente una diferencia que es respecto al peligro real o al peligro potencial, ambas emociones vienen a ponernos en movimiento con los pies sobre la tierra, es decir en la realidad de este aquí y ahora, el movimiento y el cambio, son condiciones propias de la vida.