La recordada y célebre oradora Cristina Fernández, puso la vara de la comunicación muy alta. Para eso, el macrismo tuvo que hacer cursos acelerados de maneja de discursos. La trama de la llegada de Macri, a los discursos más esperados de los argentinos se asemeja la historia de la película «El discurso del Rey».
El discurso del rey cuenta la historia de Bertie (Colin Firth), que se convirtió luego en el Rey George VI y gobernó el Reino Unido durante dieciséis años.
Pero no es la típica historia de cómo vive una familia real, o cuáles son los desafíos de liderar a un pueblo. Trata de un mundo donde la diplomacia se ejerce a través de discursos, y el candidato a heredar el trono de su padre es… tartamudo.
Aunque su hermano el Rey Edward VIII (Guy Pearce) es el que primero hereda el trono, no dura mucho al mando, y es George VI quien lo sucedería naturalmente. Para ello debe sentirse seguro de que puede hacer el difícil trabajo, y el incondicional apoyo de su esposa, la futura Reina Elizabeth (Helena Bonham Carter), parece no ser suficiente.
Sin embargo su vida cambia cuando conoce a Lionel Logue (Geoffrey Rush), un fonoaudiólogo poco convencional que insiste en abordar el problema desde un punto de vista psicológico, y poco a poco logra que el reservado y obstinado Bertie se abra y gane la auto-confianza perdida desde pequeño. La relación entre ambos se transformará en una amistad que ayudará al rey y a todo el Reino Unido.
DEL PASADO AL PRESENTE. El paralelismo de tratar de hablar bien, y tener confianza en la comunicación es milenario y llevó al partido de Cambiemos a no dejar librado nada al azar. Como muestra en la película El discurso del Rey sólo el personaje principal pretendía demostrar seguridad en su discurso. Algo que el líder de Cambiemos necesitaba, más aún que su antecesora (Cristina) era una maestra de la oratoria.
Lo que se hace mal, se corrige. Lo que no sale, se practica. Todavía hay quienes recuerdan sus primeros años como jefe de Gobierno porteño. Era frecuente verlo en su despacho de Bolívar 1 con un bolígrafo en su boca mientras practicaba palabras para combatir sus profundos problemas de dicción, que mejoró notoriamente, aunque Mauricio Macri nunca será recordado por sus discursos.
Si bien el PRO nació como un partido reacio a la política tradicional y se especializó desde sus orígenes en la comunicación, era todo mucho más improvisado. Jaime Durán Barba concentra con Peña la estrategia comunicacional del macrismo. Macri recibía sus primeros consejos, antes de llegar a la Ciudad, en las oficinas del PRO de la calle Alsina, donde funcionaba la Fundación Creer y Crecer.
Desde hace tiempo, y con mucho más énfasis desde que llegó a la Casa Rosada, el macrismo perfeccionó e institucionalizó el servicio de marketing, los entrenamientos orales, el discurso y el coaching, a los que destinó en estos años jugosos fondos. En la Casa Rosada, bajo el paraguas de la Secretaría General de la Presidencia, funciona la Subsecretaría de Comunicación Presidencial, a cargo de Fátima Micheo, de quien depende la Dirección General de Discurso, una de las patas fundamentales de la comunicación oficial.
A cargo del discurso está Julieta Herrero, que trabaja con Macri desde el Gobierno porteño y que suele encerrarse con él en su oficina a darle los últimos retoques a los lineamientos discursivos del jefe de Estado, que además suele hacer observaciones. Herrero trabajó en Burson Marsteller, aprendió del consultor Diego Segura, asesoró al PRO en Diputados, después integró durante un tiempo el equipo de comunicación de Miguel Núñez, el primer vocero presidencial del kirchnerismo, se fue a estudiar a Europa y volvió para entrar al Gobierno porteño.
Igual de importante que Herrero y cultora del mismo bajo perfil es Daniela Lucía Brocco, que también proviene de la Ciudad. Directora de Gestión de Contenidos y Discurso, es, en verdad, quien escribe buena parte de los discursos que luego pasan por las manos de Fernando de Andreis y de Peña. Es la tarea que, por ejemplo, centraliza en el gobierno bonaerense Federico Suárez, flamante ministro de Asuntos Públicos, ex colaborador de Macri. El filósofo Alejandro Rozitchner, que suele caminar solo por los pasillos de Casa Rosada, también asesora en el «planeamiento y realización» de discursos oficiales.
A Micaela Méndez se la suele ver parada sola detrás de los invitados, e incluso más atrás que los periodistas acreditados, en los discursos de Macri en Casa Rosada. Licenciada en la UBA, cantante lírica y reacia a los medios, Méndez figura como coordinadora de Gestión Comunicacional en el organigrama oficial y tiene oficina en el primer piso de la Casa de Gobierno. Es una pieza central en el esquema de comunicación del Presidente: es su fonoaudióloga y entrenadora vocal desde hace años. También de los ministros. «Siempre estamos comunicando, aún sin decir ni una sola palabra», es el eslogan que utiliza, según su página web.
Méndez puede pasar largos ratos de ejercicio con el Presidente: le corrige problemas en la voz, la dicción y brinda estrategias para lograr una comunicación «asertiva», como publicita en su web. Por estas horas, la fonoaudióloga lo acompaña en la gira internacional, la primera del año, cuya primera parada es Moscú y que seguirá por Davos y París.