Nuestro máximo prócer, don Modesto Acuña, descansando a la sombra del tala en su Estancia Media Luna, con sus fieles e inseparables compañeros, su caballo y su perro.
El hombre fallece de una neumonía a los 57 años en esa misma casa, asistido por su médico Rafael Segarra, pero ya el avance de la enfermedad era irreversible, además en esa época había escasos recursos respecto a esas patologías.
Sus restos yacen en nuestro cementerio. Un verdadero visionario. El más «leído» de los criollos, el más criollo de los «leídos».