POR DARÍO COMBA / RÍO TERCERO DE AYER Y DE HOY /
Era viernes, un frío y lloviznoso viernes 27 de julio de 1.963, casi las 9 de la noche en Río Tercero, ya había oscurecido hacía casi tres horas, la misma cantidad de horas que a 130 kilómetros de acá, en Villa María, un delincuente de baja estirpe apodado el tuerto Romero le ordena a un discípulo de él, un tal Ortiz, robarse una estanciera para venir a Río Tercero a “hacer un trámite”. FOTO TAPA: EN LA ESQUINA DE GENERAL PAZ Y GARIBALDI ACTUALMENTE FUNCIONA UNA FINANCIERA.
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Abordan el vehículo recién robado, Ortiz, el tuerto Romero, su hermana, y tres personas más (dos hombres y una mujer). Llegan a Río Tercero y estacionan sobre Calle General Paz al 220, frente a donde hoy hay una conocida veterinaria.
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En la esquina en diagonal funcionaba una tiendita humilde de un matrimonio de ancianos de apellido Falliaca, que además de comerciantes, eran prestamistas.
La hermana del tuerto Romero se baja y enfila para el negocio, que, aun cerrado, tenía la luz prendida, la mujer golpea la puerta con la excusa de necesitar comprar unos botones para un vestido, que esa noche debería usar para una fiesta, la anciana se apiada, le abre la puerta, y en ese momento arremeten los cuatro hombres, les piden todo el dinero, no solo del comercio, sino el que intuían que el hombre tendría dada su actividad, (nunca se supo el monto del botín) y los acribillan a balazos.
Pasó mucho tiempo, parecía que el crimen no se esclarecería, pero un día en Córdoba, detienen al mismísimo Ortiz por el robo de otro auto, allí, este negociaría parte de su condena, “entregando” a los cómplices del robo de aquella noche del que terminaron cayendo presos todos. Crimen esclarecido de rebote, pero al menos caso cerrado.