Redacción de El Puntal Río Cuarto. Por Patricia Rossia
Son un puñado de mujeres de Berrotarán y Elena que encontraron en el voluntariado una forma de dar amor y contención. Algunas con fuertes historias de vida, supieron convertir el dolor en gestos solidarios.
Desde atrás de una puerta se asoman unas cuantas narices naranjas y unas coloridas pelucas. E inmediatamente arrancan sonrisas gigantes y destellos de alegría en los abuelos que viven en algún geriátrico y los niños internados en hospitales. Y las causantes de tanto alboroto son las “Payamédicas”.
Desde hace dos años se conformó en Berrotarán el grupo de “Payamédicas”, integrado en la actualidad por un puñado de mujeres de Berrotarán y Elena. Algunas amas de casa, otras docentes, ocupaciones varias, que decidieron sumarse a esta propuesta de voluntariado que existe en todo el mundo. Su único objetivo es arrancar una sonrisa y acompañar aunque sea por unos pocos minutos a abuelos y niños que están en hogares, geriátricos y hospitales.
Pero detrás de esos coloridos trajes, de las narices naranjas (que son de ese color para evitar el rojo que remite a la sangre), hay mujeres con fuertes historias. Y que encontraron en esta acción solidaria la manera de transformar el dolor, la depresión o tristeza en alegría. A otras, en tanto, sólo las moviliza el hecho de compartir y colaborar.
Valeria Vaira es periodista de Radio Berrotarán, y fue a través de este medio que los “Payamédicos” comenzaron a ser conocidos en esta localidad.
“En realidad todo surge tras ver una nota en una revista y ahí me meto a buscar datos en internet. Veo así Payamédicos Río Cuarto, les escibo al mail y me contesta Patricia Menard. Hasta aquí, todo para hacer una nota. En medio de la entrevista surge la posibilidad de dictar un curso en el pueblo. La promocioné por unos 15 días y cuando se hizo el curso habrán ido seis o siete personas. Y de ésas surgió hacer un grupo en Berrotarán. Patricia vino a hacer los cursos, y la primera vez que salieron a las instituciones lo hicieron con Payamédicos de Río Cuarto, y ahora siguen visitando geriátricos y los jardines”.
Hoy, el grupo consolidado de Berrotarán está integrado por 10 mujeres que el pasado viernes se animaron a su primera incursión por Elena, donde sorprendieron a los chicos de jardines de infantes y primaria con un “payasol”, que consistió en intercambiar soles.
Historias detrás de historias
Nidia Godoy es de Berrotarán y orgullosamente dice ser una payamédica. Mamá de tres hijos, la más chiquita una niña que sufre de mielomelingocele (espina bífida), sabe de los largos tiempos transcurridos en clínicas y centros de rehabilitación.
Fue por esa experiencia de estar en contacto con el dolor o el sufrimiento propio y ajeno que observó la necesidad de llevar también sonrisas.
Así fue que Nidia se animó a convertirse en una payamédica. “Lo único que se exige es tener el secundario completo, pero tenemos cursos en los que se nos capacita en payateatralidad, en los que nos dan herramientas para saber cómo desenvolvernos ya sea un hospital, un geriátrico o en las escuelas”, empieza a relatar. También realizan cursos de payamédico en los que se les brinda información sobre ciertos reglamentos a cumplir cuando la intervención o visita es a hospitales y clínicas. “Después recibimos un título”, resume Nidia.
Fue su historia personal con su hija pequeña la que la impulsó a participar de este voluntariado. “Estuvo tanto tiempo internada en Río Cuarto cuando nació, luego siguió la rehabilitación. Vamos a tantos hospitales. En esos momentos que anímicamente no son tan buenos se hace necesario llevar una sonrisa. Y es algo que no tiene precio”, dice emocionada.
De las intervenciones de las que tomó parte destaca la emoción compartida con los abuelos en los geriátricos. “Algunos no reciben visitan y esperan que lleguemos. También vamos a hospitales, escuelas, o cuando se hacen campañas de vacunación. En todo donde podamos aportar algo y dejar un mensaje, allá estamos”.
Nidia se detiene a contar el porqué de los colores que usan: “El rojo no se lleva porque remite a la sangre, por eso nuestra nariz es naranja. El creador de este movimiento (José Pellucchi) hizo un estudio de los colores. Porque despiertan emociones, cada uno tiene un significado”.
Al resumir lo que significa para ella ser payamédica, dice: “Es gratificante saber que le sacás una sonrisa a un niño, a un abuelo. Es dar una esperanza, que son momentos que van a pasar. Te llena el alma”, finaliza Nidia.
Por los demás
Verónica Palavecino es de Elena. También su vida se ha visto atravesada por experiencias duras de salud, pero en ese transcurrir encontró una segunda oportunidad.
Emocionada, Verónica dice que en la búsqueda de una salida encontró su profesión de ser acompañante terapéutica y fue así que también encontró a los payamédicos.
“Creía que sólo podían dedicarse a esto los médicos, pero llegué a Patricia Menard (en Río Cuarto). Fue así que hice tres instancias de formación”, relata.
Verónica es la única payamédica de su pueblo, por lo que ahora se sumó a trabajar con el grupo de Berrotarán. Asimismo, participa de intervenciones con los voluntarios de Río Cuarto. Casada y con dos hijos, se hace un tiempo para participar de este voluntariado que, asegura, le cambió la vida. “Ser payamédica es mágico. En mi caso es devolverle a la vida un poco de todo lo que me da. Es sentir que les arrancamos una sonrisa a chicos y grandes. Todas son experiencias inolvidables. Ir a la Neo y ver chiquitos que hace tiempo están ahí y cuando te ven envuelta en colores se les ilumina la cara es hermoso. Yo lo hago con mucho amor y pasión”, reitera.
Susana Araya es docente en Berrotarán, ama de casa, está haciendo un curso de Lengua de Señas, y tantas cosas más. Pero se hace tiempo para calzarse la nariz, la peluca y salir a arrancar sonrisas. Dice que a pesar de las muchas tareas hay tiempo para esto. “En el pueblo se formó un grupo hermoso, y siempre intervenimos en distintas actividades”, señala.
Ahora las payamédicas de esta localidad recorren los barrios en una nueva movida que bautizaron como “payabicicleteadas”, cuyo objetivo es incentivar la actividad al aire libre. Así sorprenden en medio de las calles con sus coloridos trajes.