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NOTA OPINIÓN// POLÍTICA// POR JOAQUÍN ESCRIBANO// El año pasado escribí un artículo titulado “Ciudad de Río Tercero: la democracia como una caja de Pandora”, donde expresaba, entre otras cosas, que el gobierno radical era (aún lo es) absolutamente imprevisible. Bien, tal parece que la llamada “primera minoría” o “primera oposición” ha decidido dejar de ser tal, para inmiscuirse dentro de esta Caja de Pandora.
Y es que el hasta ayer tribuno de Cuentas perteneciente a la oposición, ha decidido quitarse el cartel que lo definía como tal para colocarse el de oficialista. Hace tiempo ya que se observaban guiños y señales entre el Pro Río Tercero y la UCR, pero ese no es el quid de la cuestión, sino la sociedad que decidió, allá por el 2019, tomar la decisión de votar o bien a quienes gobernaban hace 20 años la ciudad, o bien a una fuerza que se proclamó desde su nacimiento como oposición. Hemos sido testigos de enormes agravios, insultos, cuestiones personales que nada tenían que ver con la política ni con el bien común entre estas dos fuerzas.
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Ahora usted lector, lectora, habrá quedado con el asombro a flor de piel cuando leyó en un artículo periodístico recientemente publicado por El Ojo Web, que la Unión Cívica Radical y el Frente Todos por Río Tercero (ahora Juntos por la Ciudad) decidieron aunar sus fuerzas. ¿Cuáles son los valores? ¿Los proclamados cuando disputaron elecciones municipales, diferenciándose en un escenario casi bélico? ¿O los que proclaman ahora, diciendo que “No importa con quien”? Será que ese “No importa con quien”, depende de los cargos que puedan otorgarse o no.
De repente nos encontramos ante un Municipio que no tiene Tribuno de Cuentas opositor, ya que la única persona que desarrollaba ese cargo es ahora, como mencioné al comienzo, oficialista. La cuestión aquí es: ¿Quién controla las cuentas públicas municipales? ¿Quién observa que el oficialismo no cometa actos de corrupción con sobreprecios y/o coimas? ¿Es legítimo que un tribuno de cuentas elegido por la sociedad para llevar adelante ese control, y luego se pasa al oficialismo, continúe en su cargo? ¿O debería ceder su lugar a alguien que realmente sea opositor?.
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¿Qué hay de ese sector político (Pro) que decía estar en contra del aumento del gasto público, del aumento de empleados municipales, de la creación de cargos públicos, etc., etc., etc.? La creación de esta Dirección de Cooperación (que ni siquiera se entiende cuál será su función), no es otra cosa que eso a lo que denostaban tanto. Tal parece que han tomado de referente a Groucho Marx: “Estos son mis principios, si no les gustan, tengo otros”.
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A riesgo de ser tildado como alguien que no quiere el consenso, conflictivo, que no soporta la comunidad de ideas, cito al filósofo José Pablo Feinmann: “No hay historia sin conflicto. El conflicto es antagonismo, que es su expresión antropológica. El conflicto tiene distintas expresiones. Se da dentro de la democracia. Que incluye el conflicto y busca el consenso. El consenso jamás elimina el conflicto. Solamente lo atenúa y permite el diálogo entre las partes”.
(Feinmann, La Condición Argentina, 2017, p. 21). Es decir, consensuemos con nuestras posiciones bien claras. Tal parece que el oficialismo municipal y la “primera oposición” han confundido consenso con complicidad.
Podría extenderme mucho más al respecto, pero no está en mis intenciones ser abrumador ni cansador. Solo terminaré este escrito diciendo que, lo único claro en este lío, es que la verdadera oposición es una sola: la del peronismo. Queda demostrado, a las claras, que aquello que comenzó como un coqueteo entre UCR y Pro en nuestra ciudad, cada día se afianza más como una única fuerza. La única alternativa cierta a esta forma de gobernar cuál negocio personal, es la ofrecida por el peronismo de la ciudad.