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Por el abogado Carlos Pajtman.
El tiempo de estar prevenidos o preparándonos para el nuevo escenario laboral/tecnológico ya pasó de largo. Los sindicatos, en su gran mayoría, se perdieron la oportunidad de anticiparse a esta situación crítica; se quedaron en las grandes y valiosas luchas del pasado, o en la lucha por igualar el salario con la inflación. Mientras tanto, ante sus ojos, un robot les quita los puestos laborales a sus afiliados, puestos que tanto costó dignificar.
La información que hoy puede conseguir la empresa o las patronales supera en magnitud y en acceso a la que podemos imaginar. Lo que solo “resta” al momento de pensar en puestos para los “trabajadores” al menos en la forma que nosotros los entendíamos.
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¿Se puede enfrentar a la Uberización del empleo? Creo que ya no. ¿Se puede impedir que la Inteligencia Artificial, con mayor o menor desarrollo, se retire del mercado laboral? Claro que no.
De hecho, la pequeña inteligencia artificial que llevamos en nuestros bolsillos, en formato de un “celular” nos resulta cada día más indispensable, no sólo como entretenimiento sino como herramienta de trabajo.
Son tiempos nuevos pero también difíciles para la situación laboral, el trabajo ya es “híbrido”, “remoto” no solo tercerizado, sino que con modalidades que elijen los mismos productores de trabajo, ya sea freelance, o con trabajos remunerados por varias empresas. Esta situación nos aleja de aportes patronales, de jubilaciones en el modelo que tenemos, de vacaciones como están en la ley de contrato de trabajo. Esto trae nuevos desafíos, que se vinculan más a la palabra innovación que a la palabra “lucha”.
Es adecuado iniciarnos “todos y todas” en herramientas básicas de programación; conocer que existen algunos lenguajes nuevos, hablar ya de “datos” de manera concreta en nuestros trabajos.
El e-comerce merecerá otra página, pero no le va en menos respecto a los puestos de trabajo. Es muy razonable pensar que las nuevas leyes laborales resulten de los algoritmos que se utilizan para realizar trabajos, y no que salgan de las viejas y vetustas estructuras del Congreso de la Nación que tenemos.
Caer en la cuenta que nos encontramos en el siglo XXI es una responsabilidad social.