POR JUSTO DAGORRET. Después de un breve descanso en el cuartel de Bomberos, y tras trotar un par de metros, el hocico del burro muestra su interés, un negocio de venta de quesos sobre la calle 9 de julio, con su típico olor a queso. Cuando uno emprende un viaje con un compañero, esta vez con mi amigo el burro, en voz alta le comentaba al animal sobre porqué el queso tiene mal olor. Ante los oídos sordos de éste, expliqué que era por una bacteria llamada Brevibacterium linens, una de las causantes.
Más adelante, unos 300 metros nos encontramos con un club deportivo e histórico de la ciudad, el Sportivo 9 de Julio. El clásico club con sus colores típicos, los celeste y blanco, que emergen a la luz desde la avenida San Martín. Allí los recuerdos vuelven y regresan unos 40 años. Cómo si fuera un huella en la memoria y haber disfrutado los históricos partidos de básquet entre Nueve y Casino, en el antiguo mini estadio La Colmena. Cómo no recordar a los hermanos Milanesio o a Jorge Stancovich con la figura de su tiro emblemático el «jump shot» o tiro en suspensión.
A pocos metros de allí, volvió la reminiscencia y no pude pasar por alto la ex escuela de Comercio y los años de Centros de Estudiantes, y haber aprendido algo que con la llegada de la democracia sobre todo los conceptos en tipos de gobierno, doctrinas, soberanía, etc.
La llegada a la emblemática Plaza San Martín, en honor al militar y político español y después argentino José Francisco de San Martín y Matorras, es imponente. De allí se emerge su figura junto a su amigo el caballo blanco.
Cómo si se tratara de una galantería, el burro muestra su reverencia al respetuoso personaje, asiste con su cabeza y un grado de nostalgia envuelve la plaza de recuerdos históricos: el edificio municipal, la iglesia de Lourdes, la escuela Modesto Acuña, una construcción metálica donde alberga uno de los bancos provinciales, y la comisaría local, son las clásicas construcciones donde la ciudad empieza su crecimiento. Y Río Tercero no fue la excepción.
De allí los recuerdos de una infancia invaden. Porque en los años ´70 y ´80 ir de a la plaza era una peregrinación.
Quizás, otro descanso a la memoria no vendría mal… (continuará)