Cuando estaba en la vereda de enfrente siempre supe que el cuarto poder -la prensa- existía. Sentía un equilibrio, un límite que los poderosos temen. La prensa, ya sea escrita, oral o en alguna manifestación con buenas intenciones y marcando el error de gobernantes es saludable para una democracia. En la actualidad es patético, el periodismo es dependiente en su mayoría.
He sido, atacado, difamado, pero mi legado periodístico y personal jamás se rindió ni se rendirá ante los políticos de turno, personas corruptas en instituciones intermedias, delincuentes acusados y sentenciados por la justicia, empresarios oportunistas, gobernantes que buscan enquistarse en las cajas del poder, presidentes de clubes que arengan a su tropa la defensa de lo indefendible, al ciudadano común que no se adhiere a las reglas vecinales, deportistas que el ego los ciega, y sobre todo aquellos que desprecian y vulneran los derechos de los más chicos y los más viejos.
Me he propuesto mostrar una realidad que conlleva el beneficio para unos pocos. Cuando uno ve, que lo anormal se convierte en normal es el fiel reflejo que nos acostumbramos a una aristocracia. Que no se rindan cuentas públicas es un acto débil de democracia, mi conclusión en este aspecto con más de 20 años de profesión es concreta: es fácil ser socialista con los recursos ajenos, pero más fácil es apropiarse para el peculio propio.
En más de 50 veces a las instituciones en persona, solicité balances e informes y en el 90% de los casos me fue denegado. Un fiel reflejo de ocultamiento de cosas sospechosas. Insisto, no es exclusivo del municipio, además es común en clubes, cooperativas, comisiones, instituciones intermedias, gremios, mutuales, bancos. Otra conclusión alarmante: cada vez más se forman núcleos de personas que buscan «cajas» para hacer negocios propios siempre en base a un número de personas, que al estar necesitadas entran a estos «núcleos corruptos» para poder subsistir.
El equilibrio entre los gobernantes, funcionarios, encargados de instituciones,
o todo aquel que esté en la cabeza de una organización debe existir con una prensa
que debe mostrar realidades no atadas a los grupos de poder.
Es imprescindible, que los valores de contrapeso entre corrupción y justicia sea en parte por un valor periodístico. La última conclusión es categórica: cuando un sector del poder compra la palabra, los periodistas, los medios, el micrófono y las redes sociales, se llega a un peligroso sistema. Para ese minúsculo de personas, vivir del estado o de instituciones intermedias o de un gremio o de un club, es cosa normal.
Los mediocres se acostumbran a eso, los que estamos en la vereda de enfrente no. Se que no estoy sólo en este pensamiento; periodistas, políticos,comerciantes o un ciudadano común con este pensamiento, creemos que se falacia de democracia se puede modificar.