José «Pepe» Berra (40) , es un ciudadano de la ciudad de Río tercero que transitó por el camino de las adicciones a las drogas. En este reportaje nos cuenta su historia de vida. Su lucha permanente, su frase que lo pinta en cuerpo y alma: «A cada uno de ustedes, vecinos, amigos. Perdón y gracias.
¿Cómo comenzó el consumo de la droga? ¿En qué momento de tu vida, arranco esta adicción?. Creo fuertemente que una adicción comienza mucho antes que uno caiga en las drogas. Terminar o existir como un ser adicto a las drogas es el último eslabón, es la causa última, o sea, es la consecuencia final.
En mi caso, como en el de muchos, uno tiene ciertas conductas de joven que, si no se corrigen acarrean una alta probabilidad a los desenfrenos generales. Uno comienza con cuestiones materiales, luego con salidas que se transforman en interminables, a esto se le suma el alcohol, el descontrol y terminamos buscando algo más, algo que nos sacuda, que nos saque de donde estamos, que momentáneamente (con fe de que sea eterno) nos quite los problemas, los dolores y las ausencias que sufrimos, entonces uno no se alejará más de la sustancia que elije. Yo elegí la cocaína.
¿Qué hacías para conseguir drogas?. En una primera etapa de consumo, donde juramos tener controlado lo que consumimos y que lo hacemos cuando deseamos, el costo estará dentro de lo que habitualmente un joven económicamente tiene para sus fines de semana. Cuando la necesidad de consumo crece va a depender mucho del tipo de personalidad que uno tenga, en ese caso yo me formé trabajando desde joven, vengo de una familia muy trabajadora y con cultura de esfuerzo y trabajo, por lo tanto comencé a derivar todos mis ingresos en cocaína, y cuando no alcanzaba trabajaba más y más. Esto es insostenible, ya que no es compatible estar drogado con las responsabilidades, por lo tanto uno comienza a no poder cumplir en ningún lado.
No me daba cuenta, pero me estaba quedando solo, paso a paso perdía amigos de toda la vida, estaba prácticamente todo el día drogado, con la necesidad de más y más.
Perdí todo, y cuando digo todo, es todo.
Tengo 40 años, viví un consumo que duró 20 años, o sea, la mitad de mi vida. A los 30 años, luego de haberme desarrollado en puestos de trabajos gubernamentales, a nivel local y provincial terminé viviendo en las vías, si, en las vías de la ciudad que me vio crecer. Ciudad a la que quiero y conozco en cada rincón, ciudad en la que día tras día, yo golpeaba las puertas de cada casa solicitando ayudas económicas con mentiras, para poder juntar la guita para cada gramo que me metía en la nariz. Cada día, desde una punta a la otra de la ciudad pidiendo y mintiendo.
Créeme que es jodido salir de una oscuridad así. Sin dignidad. No solo por la dependencia química de la cocaína, sino que lo difícil de esto es mirar con claridad y responsabilidad los años que pasaron, ver los daños que uno fue dejando, los dolores, los amigos heridos por la confianza violada una y otra vez. Tomar consciencia de que tengo una hija con casi doce años y no saber nada de ella durante años y años porque no estuve, no estuve nunca.
Entonces, lo verdaderamente difícil es quedarse en la ciudad, porque para ser claro, nadie puede escaparse de uno mismo.
¿Sabés lo que cuesta caminar e ir cruzando personas a las que uno a birlado y les ha sacado dinero para consumir?. Ir caminando y sentir los comentarios bajitos «mirá, ahí está Pepe, pensé que estaba muerto» ó «mira quien va ahí…ese no sale más!»
Cuando uno ha pasado tanto tiempo en consumo, debemos aceptar que la mayoría no crea en que es posible el cambio. Y lo que ellos sienten es natural, los cagué tantas veces.
Cuesta cada día levantarse después de un pasado con estas cosas, cuesta, pero hay que hacerse responsable de los daños, pedir perdón con el corazón luego de salir de la vorágine de consumo, y lo más importante creo yo, es perdonarse sinceramente a uno mismo. No estoy hablando de ser benévolo y blando conmigo mismo, soy durísimo conmigo, pero me perdoné el pasado porque hoy no puedo volver atrás y remediarlo, no puedo volver y restaurar la ausencia y el dolor frente a mi hija. El único perdón que puedo pedir es caminando correctamente, bajo la luz de la verdad. Es difícil, créemelo, pero se puede.
¿La noche está relacionado con la droga?. Frente a esta pregunta es necesario entender que los tiempos cambiaron, quienes me conocen saben que me he formado bastante en la lucha contra las adicciones desde mi profesión, que es el diseño y el marketing, y hay algo importante en todo esto, cambió radicalmente el punto de inicio de los jóvenes, ya no es la noche el lugar que cobija la primer experiencia, entiéndase: el primer porro, la primera linea, etc.
El acercamiento se da a plena luz del día, en la escuela, en la esquina del barrio, en casa. Y hay algo que puntualmente es terrible, los chicos acceden a esta primera experiencia sabiendo que se siente y como es el efecto, por lo tanto no hay casi descubrimiento, simplemente es vivir lo que ya imaginan, entonces esto se vuelve terrible, porque el sueño de los pibes simplemente es estar volados eternamente.
Pasó el tiempo, nos estamos volviendo viejos, y las generaciones debajo de la mía son padres consumidores con hijos consumidores con hijos consumidores. No está mal redactado, es así. ¿como cambiamos esta realidad?. A tu pregunta original, la respuesta es que, la noche abriga todos los desenfrenos, y cuando digo todos digo todos.
Una madre que le pide un vaquero a la hija y salen al mismo boliche, niñas experimentando sexo y drogas con padres de compañeros, madres saliendo con compañeros de los hijos como amantes… ¿hasta donde?. Y no hablo de Bs. As. y la villa, hablo de Río Tercero y todos sus estratos sociales. Y antes que nada, hablo desde adentro, desde la experiencia (mala, pero experiencia al fin).
¿Quién te ofrecía drogas?¿ Amigos?. La necesidad social nos convirtió en insaciables de todo, cambiar el teléfono cada dos meses, tener determinadas marcas de ropa, vivir de determinada manera, tener tener tener…. pero sin esfuerzo, sin planificación, y algo demente, pero «tener y no saber para que, pero tener».
Entonces no es raro prestar atención y ver que hay muchos aparentemente viviendo bien sin esfuerzos, uno se pregunta; ¿como hace?. Y alguien te cuenta que, si vos compras $5.000 en cocaína a «tal», y la ensobras por gramos, en un ratito te quedó una ganancia de $15.000 y te das cuenta de que lo que compraste le sobraba lugar en un bolsillo, el negocio es redondo. ¿quien gana $10.000 pesos todos los días sin hacer prácticamente nada?
Las drogas se ofrecen en todas las redes, en todas las veredas, en todas las escuelas, en todos los barrios. Para descubrir esto, solo basta con dejar un rato de ser un vecino ciego, un político ciego, un policía ciego.
¿Seguís e tratamiento?. A los dos años de tratamiento interno en la Comunidad Terapéutica Nuestra Señora de Lujan me entregaron el diploma de alta, aunque sabemos que, la lucha es hasta el final de los días. El alta en las adicciones lo otorga el certificado de defunción. O sea, la lucha termina, solo cuando termina la vida.
Uno no se rehabilita de las drogas, se debe rehabilitar de la forma de vivir, de la manera de sentir, de expresarse, uno debe sanar el alma.
Dejar la cocaína es fácil, lo difícil es dejar la forma de vida que la cocaína te ha enseñado.
¿Qué le dirías a las autoridades municipales y judiciales sobre el tema del control? Saben que siempre he estado de una u otra forma vinculado al gobierno y a la justicia.
Esto simplemente debe dejar de ser tema importante solamente cuando juntamos un par de cadáveres por el alcohol y las drogas. Cada día en nuestra ciudad hay miles de muertos, solo que están vivos, existen, simplemente existen, destruyen y matan familias enteras y esta rueda no se detiene.
Nos debemos sentar a conversar sobre los cambios propios, de cada uno. Hay que restaurar la familia, que es la primera arma prácticamente infalible para que los pibes digan NO, a cualquier cosa que ataque su libertad.
Debemos comenzar a legislar desde el amor, el verdadero amor, ese que transforma a mi vecino en alguien más importante que yo mismo.
Orgullosa de vos y de tu lucha. Te amo!