El Ojo Web Información periodística de Río Tercero y la región
Cuando la mentira y la realidad rondan delante de los ojos, y vemos al dólar trepando a 30 pesos, y el padecimiento para millones de personas que soportan la escalada de la moneda estadounidense. Los ejemplos cotidianos son muchos; cuando vamos a comprar un boleta de avión y el posnet no funciona porqué el comerciante quiere los dólares. O el comerciante que compra sus insumos y es el dólar en primera medida y luego la inflación la variable de los ajustes en sus costos. O la nafta, que sigue su caminar alzista, centavo a centavo.
«No pasa nada, tranquilos», indicó Macri al ingresar a la Casa Rosada, antes de la reunión de coordinación que tenía en su agenda.
Estimado presidente Macri, quedarnos tranquilos no es la solución. Tranquilo no estamos. Solo una porción minúscula en la pirámide, donde banqueros, y grandes empresarios tiene réditos, son los beneficiados por la «tranquilidad» del aumento del dólar.
Los hechos demuestran que este Gobierno pidió millones de dólares, hizo cambio de gabinetes, y así no alcanza para mitigar la problemática económica.
La verdadera solución justamente es salir a reclamar, no quedarnos tranquilos por los anuncios mediáticos, de Lebac, tasas de intereses, riesgo país, etc. Temas que el 50 por ciento de la gente no entiende.
El verdadero cambio es aquel que da señales positivas. El resto es política.
No dejo de pensar en una entrevista de un reconocido economista que ayer brindó por la radio Cadena 3, donde declara: «que lo mejor es salir a comprar dólares e ir a los supermercados para llenar las heladeros y stockear».
Altos alquileres, sueldos intangibles con la realidad, costos de agroquímicos, los insumos de la pequeña, mediana empresa, comerciantes que compran indumentaria a los mayorista, son ejemplos donde sus costos y/o precios son fijados por el precio del dólar.
Sólo hablo de dólar, señor Presidente, los demás temas espero que los resuelva, algo que hasta ahora su gestión es insensible, ineficaz, retórica y sobre todo menosprecia el sentido común.
Justo Dagorret
