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Está imputado en la causa que conmovió al fútbol de las inferiores. Según la investigación, rompió documentación de dos expedientes que no están ligados con el caso que motivó su arresto.
Cuando parecía que tenía algo de calma, el árbitro Martín Bustos recibió un duro revés al ser echado sin goce de sueldo de su cargo en la Procuración General de la Nación por destruir expedientes. Semanas atrás, el referí había quedado en libertad en la causa por abusos en las inferiores de Independiente luego de que la Cámara de Casación revocara su prisión preventiva y cambiara la carátula a corrupción de menores.
Mientras sigue imputado y espera en libertad el devenir de la causa que conmovió al fútbol juvenil, Bustos fue desplazado de su cargo como Prosecretario administrativo porque la Procuración comprobó, tras una investigación interna, que rompió fojas de dos expedientes e intentó reemplazarlas con fotocopias.
La causa surgió en 2015 y desde ese entonces el órgano encargado de la acción de los fiscales, de forma preventiva, había resuelto confinar al árbitro a la biblioteca. El caso no quedará acotado a una mera sanción administrativa, sino que se inició una causa federal, que tiene a su cargo la jueza María Servini. Los expedientes destruidos no están ligados a la causa de abusos en el fútbol juvenil, pero la Justicia investiga si el juez de línea recibió dinero para romper las fojas.
En la causa que investiga la red de prostitución y pedofilia de jugadores del «Rojo», el juez de línea Martín Bustos fue uno de los primeros detenidos. Para la Justicia, es el principal sospechoso de la banda de entregadores, que funcionaba como nexo entre los chicos y los clientes.
El día de su arresto había intentando engañar a las autoridades, minutos después de que se emitiera la orden de captura: le informó a la fiscal del caso que iba a entregarse en una dependencia de la provincia de Buenos Aires, pero estaba oculto en otro lugar.
Cuando allanaron la casa, los efectivos notaron que faltaba su teléfono celular. En ese momento empezaron a sospechar que quería fugarse, ya que había descartado el aparato para no ser identificado ni dejar rastros. Pero le salió mal. Horas más tarde, detuvieron a su abogado, Carlos Beldi. Según informó el letrado había roto el teléfono del árbitro con un martillo, en una clara maniobra para obstruir la pesquisa. También encontraron en su propiedad un arma.
Sin embargo, dos semanas después la Justicia logró recuperar parte del material que tenía el árbitro en su celular: chats, videos e imágenes. Gracias a esto, pudieron constatar que Bustos conversaba por Facebook con varios jugadores del club y los convencía de tener un encuentro.
Con respuestas breves, hablaban del colegio y del rendimiento en la cancha hasta que el imputado les proponía a los menores juntarse a tomar algo y «hablar de fútbol» en un lugar de San Isidro. «¿Vos sos árbitro?», le pregunta uno de los chicos. «Así es», le responde el detenido.
