CANNABIS, UN CAMINO A LA SALUD.

Nota de opinión por Carlos Pajtman

Córdoba adhirió la semana pasada a la Ley Nacional que fomenta la utilización medicinal del cannabis.

En sesión ordinaria, la Unicameral aprobó la ley de adhesión que fomentará el autocultivo y obligará a las obras sociales a garantizar el aceite de cannabis a los pacientes que lo necesiten para sus tratamientos, lo que consolida un nuevo derecho. Muchas personas consumían, hasta ahora, dicho aceite en la semi-clandestinidad con miedo a la persecución penal.  Con su utilización se busca mejorar la salud y paliar el dolor.

 

 

A partir de la adhesión de la Legislatura de Córdoba a la ley Nacional de Cannabis (ante-última provincia que lo hizo) será más fácil trabajar y practicar el auto-cultivo para el propio consumo en aceite y también con fines solidarios. Esto es: cultivar para regalarle a una persona que padece necesidades de cannabis terapéutico.

Todo esto será un camino lleno de curvas, baches y cuestas, pero con la legalización, se transita muy rápidamente de la prohibición, a la investigación y el saber.

Se trata de saber para qué sí, para qué no; quién sí y quién no; cuándo, cómo y hasta dónde. Se podrá hacer porque no estamos más en la necesidad de un anonimato que oscurece, sino en un sistema legal que ilumine.

Si hoy quisiéramos mostrar una estadística de quienes consumen aceite de cannabis “fatto in casa” no podríamos porque la prohibición no permitía relevar datos. A partir de esta legalización, quien reciba el tratamiento tendrá formas concretas de saber qué está consumiendo, cómo debe hacerlo y también quién lo hizo y el método que utilizó.

Las tensiones injustificadas, entre derecho penal (represión penal) por tener semillas, plantas, o cannabis con fines terapéuticos, deberá ceder. Ya no se puede vivir con esta contradicción legal. Estamos ante un prometedor (aunque no sencillo) camino hacia la mejor salud humana.

Nos encontramos, deconstrucción mediante, frente a nuevas categorías de análisis que nos pondrán a discutir si el auto-cultivo con fines terapéuticos (que muy lejos está de ser una posibilidad de narco-menuedo) no implica una frustración para el narcotráfico; si el hecho de que el cannabis esté en una farmacia, ¿no frustra el narcotráfico…?

No es casual que en dos renglones veamos que el perjudicado es el narco de verdad. Y por otra parte, pero sin cambiar de camino; si se trata también de un derecho a la salud que implique comercialización absolutamente legal, impositivamente ¿será que pueda significar en ingresos a las arcas estatales? Y ¿Es posible que tenga efectos positivos en la economía no estatal?.

Según información brindada en el marco de la Expo Cannabis de Bs.As. en diciembre de 2019, existe un desarrollo de la industria cannábica a nivel nacional, moviendo sectores como el surgimiento de la jardinería especializada desarrollando productos medicinales, cosmética, gastronómicos, textiles, entre otros.

Se informa también que en los Estados Unidos, la industria cannábica, generó 27 mil millones de dólares en el 2017 y creó en 2018, aproximadamente 300.000 puestos de trabajo registrado.  Antes de la pandemia en la zona “no prohibida” se contabilizaban 200 locales comerciales especializados en artículos cannábicos y herramientas para el cultivo.*

Considero honesto decir que es probable suponer que esta legalización traerá otra discusión social: El uso recreativo del cannabis; pero eso es otra historia. Por el momento, tenemos un derecho más.

* Fuente: “Expo Cannabis: Todo lo que hay que saber”. Página 12. 4 de octubre de 2019.