POR MARTÍN MASITTI / EL VIAJERO DEL OJO WEB/ PATAGONIA ARGENTINA / DÍA 84/ FOTO TAPA : Piedra Parada, área natural protegida.
El objetivo del día era llegar a la península de los témpanos para presenciar, de lo más cerca posible, el glaciar Viedma, y si el cuerpo y las energías nos sobraban, subir hasta el paso huemul para contemplar la lengua de dicho glaciar y un trozo de los hielos continentales.
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Por mi poca experiencia en carpa, creo que este es uno de los lugares más exóticos en los cuales he acampado.
Sorteamos un par de tranqueras a oscuras, pero con una luz tenue en el horizonte que anunciaba la salida del sol.
Ya con una claridad que permitía apagar nuestras linternas, llegamos hasta la famosa tirolesa que cruza el río, aproximadamente a 3 kilómetros de donde dejamos el auto
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Como no contábamos con arnés intentamos cruzar lo que parecía ser un caudaloso rio. Digo parecía ya que, al ser el agua de color celeste, no lográbamos divisar la profundidad. Por lo que comenzamos a bajar hacia su desembocadura para intentar atravesarlo.
Después de dos horas de cruzar arroyos y planificar el cruce desistimos de continuar, ya que ninguno de los dos conocía el terreno lo suficientemente para darnos la confianza de avanzar río adentro. Supimos decir basta y volver al auto.
Como el día estaba en pañales trazamos nueva ruta hacia la laguna del glaciar piedras blancas y como «Lu» no había podido vivenciar de manera correcta laguna sucia, le tiré la idea.
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La caminata nos llevó tan solo 18 kilómetros sumados los 7 kms. que habíamos hecho por la mañana. El día no estaba muy bueno, ya que el viento en sectores resultaba bastante molesto, pero la pasamos muy bien.
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Volvimos temprano, aprovechando el corto camino, para asistir a la peña del pueblo. Cuando llegué al hostel de Jesús, imaginé que el «Colo» iba a estar preparado esperándome, pero recién llegaba de hacer escalada.
Me pegué un baño y comenzó la ronda de mates donde se fue sumando gente. «Colo» sacó de su bolsa mágica un salame y queso por lo que corrí al súper para comprar un vino. La noche se puso, al igual que el día, en pañales.
Fuimos cerca de media noche al bar en la entrada del pueblo donde tomamos varias cervezas, bailamos chacarera y pasamos un buen momento con un sinfín de amigos que había hecho en tan solo tres días de mi estadía por El Chalten.