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JOAQUÍN ESCRIBANO / NOTA DE OPINIÓN / El pasado martes 30 de noviembre acudimos cinco vecinos de nuestra ciudad a hacer uso de la Banca del Ciudadano, convocada por el Concejo Deliberante. Las cinco personas que allí hicimos uso de la palabra estuvimos, cada uno con sus fundamentos pertinentes, en contra de las ordenanzas Tarifaria, Impositiva y Presupuestaria que el oficialismo pretendía sancionar.
Del mismo modo, fue deseo unánime de quienes ejercimos ese derecho cívico, que la Banca del Ciudadano no fuese en vano, que se escuchara atentamente todas y cada una de las cuestiones analizadas y puestas sobre la mesa, y que se escuche la voz del ciudadano antes de votar con mano de yeso oficialista.
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El sistema de representatividad legislativa de Río Tercero hace posible que, con la mayoría oficialista sentada en las bancas, se apruebe todo lo que el Ejecutivo pretende. No importa si ello es beneficioso o no para el pueblo (cabe remarcar que desde hace 20 años la ciudad es gobernada por el mismo partido político).
Es así que, a la postre, el pasado jueves 2 de diciembre, a pesar de nuestras voces y petitorios, se aprobaron las mencionadas ordenanzas destinadas a un aumento de tarifas, a un aumento de las contribuciones impositivas y a un presupuesto vergonzoso. Es llamativo que, habiendo declarado la presidenta del Concejo Deliberante que su labor como diputada sería bajar los impuestos nacionales, haya estado de acuerdo con tamaño aumento en las tasas a pagar por parte de los vecinos de la ciudad. ¿Compromiso real u oportunismo político?
A posterior de lo mencionado es que quiero plasmar, en unas simples líneas, mi posición expresada en la Banca del Ciudadano a fines de que todas aquellas personas que no pudieron estar presentes el día 30 de noviembre, puedan conocer parte de lo dicho en aquella jornada.
En primera instancia hay que mencionar lo siguiente: El porcentaje de aumento del presupuesto (que pasa de 2600 millones a unos 5000 millones, aproximadamente) llama la atención. Principalmente porque el Gobierno Municipal sostiene que el aumento de las tasas municipales será de un 26%. No se explica cómo, si las tasas aumentarán solo un 26%, el municipio dispondrá del doble de ingresos que en 2021.
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Allí se estima, además, que el 50% del Presupuesto sería destinado a obras públicas, lo cual me parecería positivo si fuesen obras desarrolladas para mejorar la calidad de vida de los vecinos. Sin embargo, la gran mayoría de esas obras serían plazas, parques y paseos.
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En nuestra ciudad, donde las calles están destruidas, donde no tenemos hace años planes de vivienda, donde no hay acceso a la tierra, me parece que las prioridades deberían ser otras. ¿Cuáles entiendo que deberían ser esas prioridades? Obras de pavimentación, obras de puesta en valor de nuestro Parque Industrial para atraer inversiones que generen trabajo y producción, planes de vivienda para permitirle a los riotercerenses acceder a su casa propia, entre muchas otras cosas. Cada gobierno tiene sus principios, no comparto los de la actual gestión.
En segunda instancia, y hablando estrictamente de prioridades, es que me tomé el atrevimiento de analizar cuáles son los fondos destinados a las distintas áreas que componen el Municipio. Vea lector o lectora: el presupuesto municipal del año que viene prevé una disminución porcentual en Salud, que baja del 12,66% al 10,9 %. Lo mismo pasa en Educación y Cultura, que baja del 3,08% al 2,60%.
Ahora bien, el presupuesto para la Intendencia y para la Secretaría de Gobierno, dos lugares políticos, es casi el triple del de Educación y Cultura. Al mismo tiempo, lo presupuestado para Ambiente se verá disminuido también en el 2022, del 8,77% al 6,55%. Están claras las prioridades del gobierno de Marcos Ferrer para nuestra ciudad: plazas, parques, mucho gasto político y cada vez menos importancia para educación, cultura, salud y medio ambiente.
Esto es, entre otras cuestiones, lo que el Gobierno Municipal estipuló para el desarrollo de nuestra ciudad de cara al año que viene, sumado a un aumento de las tasas del 48% anual. Así pasó, una vez más, sin pena ni gloria la Banca del Ciudadano.
Una herramienta de participación cívica y democrática que debería tener una importancia mayúscula, pero que es usada por el oficialismo municipal para embellecer algo que, de bello, no tiene nada.
