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Clarooscuros sobre el candidato presidencial Javier Milei y la dolarización

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NOTA DE OPINIÓN / SINERGIA / En esta ocasión, nos proponemos acercar dos visiones sobre el candidato a presidente Javier Milei y la que es su propuesta más debatida: la dolarización.

Sin lugar a dudas el candidato presidencial Javier Milei ha adquirido en este ultimo tiempo, una inusitada relevancia en la política nacional lo que ha generado un sin número de manifestaciones tanto a su favor como en su contra. En esta nota de opinión conjunta, el equipo de SINERGIA ha recabado la opinión de dos dirigentes locales para que expresen su posición respecto de la aparición del contendiente a la presidencia por el partido de La Libertad Avanza y su medida estrella, la
dolarización.

La primera opinión, la vierte el dirigente justicialista Ricardo Carranza, ingeniero, con una maestría en Administración de Negocios y coordinador de los equipos técnicos del PJ circuito Rio Tercero, mientras que la segunda opinión recabada es de Angel Pretini, ingeniero jubilado, ex presidente de la comisión vecinal de Barrio Belgrano, ex empleado de Fabricaciones Militares y Weatherford, entre otros.

 

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Nota de opinión Ricardo Carranza
«La justicia social es la envidia y el resentimiento. (…) Habría que informarle al imbécil que está en Roma y defiende la justicia social… Que sepa qué es un robo y que eso va en contra de los mandamientos», en ese tono tan común en él y rematando el análisis diciendo que «El Papa, es el
representante del maligno en la Tierra, ocupando el trono de la casa de Dios.», el candidato presidencial Javier Milei se refirió al obispo de la iglesia católica blasfemando la fe de más de 1.300 millones de personas.

Esa expresión, fue la pieza que termino de hacer entender a quien escribe que estábamos ante una persona desequilibrada y con ciertos delirios místicos, lo que me llevó a pensar si es posible que de esa cabeza inestable y compleja pueden resultar medidas acertadas para ayudar a la Argentina a dejar atrás diez años de crisis continuas.

Sin lugar a duda la medida estrella del economista mediático Javier Milei es la famosa dolarización, la cual según se puede inferir de diferentes entrevistas se hará, según sus propias palabras, a precio de mercado.

Esta definición corta y concisa trae aparejado un sin número de consecuencias, ya que cuando se habla de precio de mercado se refiere a lo que Milei (y la escuela austríaca de economía) definen como precio, que es que un bien vale lo que el mercado esté dispuesto a pagar por él, sin ningún tipo de perturbación o intervención.

 

 

En el caso del dólar la intervención sería el cepo, entonces claramente en una hipotética dolarización, no habría cepo y se podría acceder a esta moneda libremente como se puede comprar cualquier otro bien.

Esto es importante, porque si bien el dólar es un bien más de la economía y hoy se comercializa a un tipo de cambio “libre” de alrededor de $750, ese no es exactamente el precio de mercado al que se refiere Milei, sino que el mismo se ubica en un valor superior del cual no se conoce el límite.

La razón de esto es muy sencilla, hoy el dólar “libre” o “blue” se utiliza como resguardo de valor para quienes tienen excedente en pesos y para la operación de transacciones inmobiliarias, pero la mayor parte de la economía no maneja esta referencia.

Solo basta recordar lo que pasó con el dólar cuando se levantó el cepo en el año 2015 pasando el dólar “blue” de $13,9 a $16,0 dólar único (15% más en poco tiempo).

Si hoy pasara lo mismo y siendo muy conservadores ya que los índices macroeconómicos están muy lejos de ser los del 2015/2016, la dolarización, es decir el cambio de pesos por dólares de manera compulsiva se haría tomando un tipo de cambio de referencia de aproximadamente $1.000, es importante remarcar que esto expone el mejor de los casos (análisis propios indican que el tipo de cambio de una eventual dolarización sería de alrededor de $1.500).

Ahora bien, que significa esto y como nos afecta a los argentinos, bueno en  principio en nada, porque inmediatamente después de la dolarización, un salario de $200.000 pasara a ser de U$S 200 y un kilo de carne que cuesta $3.500 pasara a costar U$S 3,50. De este punto en adelante, aparecen los problemas.

 

 

El caso Ecuador
Ecuador es el caso de dolarización más famoso que se conoce por estos lados y funciona como una ventana al futuro de la Argentina si seguimos su misma receta, por lo que es más que valido analizar qué fue lo que pasó.

Comencemos con el tipo de cambio, en Ecuador en el instante anterior a la dolarización (enero de 2000) el tipo de cambio era 20.000 sucres, mientras que la dolarización se hizo a 25,000 sucres (este sería el precio de mercado del que habla Milei), en la practica la dolarización se hizo de anera simultánea a una devaluación de precios y salarios de alrededor del 20%.

Como se mencionó en el párrafo anterior el problema viene luego, y en el caso de Ecuador lo que sucedió fue que en el mismo año 2000 su inflación fue del 67%, en el 2001 del 21% y del 9% en el 2002 manteniendo congelados los salarios (ya que estaban en dólares) por lo que a final del 2002 el pueblo ecuatoriano tenía precios generales de la economía un 119% más altos en dólares que en 2000 y salarios congelados.

Este comportamiento de los precios tiene, además, una explicación desde la teoría macroeconomía ya que cuando se libera la economía, los precios tienden a
corregirse aparejándose al valor internacional, como se vio en Europa cunado se introdujo el Euro, por ejemplo. Finalmente, lo que ocurrió en Ecuador fue que para fines del 2000 se tenían salarios de tercer mundo con precios de Estados Unidos o Europa.

 

Pasando en limpio para entender que podría pasar en la Argentina siguiendo este ejemplo, la respuesta es simple, como se dijo, los salarios se congelarían a un tipo de cambio fijo (alrededor de $1.000, en el mejor de los casos) mientras que los precios seguirían subiendo hasta alcanzar el equilibrio internacional, y es de esperarse que se establezcan en valores parecidos a los ecuatorianos.

Ahora bien, ¿qué sucede en el mediano y largo plazo? Veamos la relación de precios y salarios hoy en Ecuador, 23 años después de la dolarización, donde según Milei se alcanza el máximo beneficio de la sociedad.

En este momento, de acuerdo con datos del ministerio de trabajo ecuatoriano, el salario mínimo es de U$S 450, lo que claramente lo ubica como uno de los salarios mínimos más altos de Latinoamérica, sin embargo (y aquí está la trampa) la canasta básica es de U$S 764 ($573.000 al cambio paralelo) mientras que en argentina la canasta básica es hoy $249.000 (U$S 332).

¿Y qué pasa con la pobreza?, esta variable tan importante, ¿mejoró producto de la dolarización?, lamentablemente como el lector puede entrever con los números mostrados anteriormente, la situación de pobreza en Ecuador no solo no mejoró, sino que empeoró mucho y a la fecha, siguiendo la misma metodología de medición que en Argentina, Ecuador tiene alrededor del 70% de la población bajo la línea de pobreza.

Como resumen se puede concluir que la dolarización es una buena manera de terminar con la inflación en el mediano plazo (luego de que los precios se estabilizan), pero genera en contrapartida la destrucción de la clase media, el incremento de la pobreza y una profunda desigualdad de la cual es prácticamente imposible salir lo que nos lleva a la siguiente reflexión.

Lamentablemente por más que suene esperanzador, en un país inestable, la ratificación de un líder inestable puede traer consecuencias mucho más severas que las muy complejas que ya estamos atravesando en la actualidad.

 

 

Nota de opinión Angel Pretini

“DOLARIZACIÓN SI” O “DOLARIZARIZACIÓN NO”
Se trata de algo muy simple: La “dolarización” consiste en comenzar a utilizar la moneda de otro país en reemplazo de la nativa. En consecuencia, siendo tan simple, lo que interesa tener claro, es visualizar los “pro” y los “contra” de la medida.

Desarrollo: Las monedas son “patrones de medida” de la economía, es decir, se utilizan para “medir el valor de las cosas” que los seres humanos intercambian entre sí, de manera que con una moneda cosmopolita” (En el sentido que es común a gran número de personas), se elimina el “trueque” que es la forma más primitiva de comercio.

Se puede advertir que “la moneda” es un “patrón de medida” tan importante como el “metropatrón” (para las dimensiones), el “grado centígrado (para la emperatura), el “kilovatio” (para la energía eléctrica), etc.

Por regla general, cada país utiliza su propio “patrón de medida de su economía” y el intercambio de bienes y servicios entre países se arregla en base a una “equivalencia” que conocemos como la “cotización” de las monedas de cada país. Como ejemplos tenemos la equivalencia entre el “metro patrón” y la “pulgada” (25,4 mm), o el “grado centígrado” y el “grado Fahrenheit” (5/9).

Lo que diferencia al “patrón de medida de la economía” (En Argentina de 2023 el “peso”) del resto de los otros patrones (el metro, el °C, el KW, etc.), es que los países por lo general ponen en circulación una cantidad de moneda que no se correlaciona con el incremento de la producción de bienes y servicios, excepto aquellos países que se dice tienen una “moneda fuerte” es decir que la cantidad de dinero en circulación guarda relación con la cantidad de productos y servicios.

 

 

Teniendo en cuenta que las necesidades y apetitos de los seres humanos son infinitos y los recursos limitados, siempre habrá deseos insatisfechos; y los gobiernos en su afán de satisfacer la mayor cantidad de deseos insatisfechos de la población, comienza a distribuir moneda, emitiendo más allá de la cantidad de bienes y servicios disponibles, terminando en la conocida “inflación”.

Al tomar la medida de “dolarización”, el equivalente para el gobierno es como “atarse las manos” para distribuir lo que no existe, o si bien existe, existe en cantidad insuficiente para todos los ciudadanos, de manera que la solución que le queda a ese gobierno, es el camino de incrementar la producción de bienes y servicios, para ocupar la mano de obra desocupada y exportar el excedente. Solución ésta que implica emplear mucho tiempo y esfuerzo, para conseguir los emprendedores y capitales necesarios.

Uno de los argumentos que se esgrimen en contra de la “dolarización” es que Argentina perdería competitividad, por cuanto “el dólar” está diseñado para la cantidad de bienes y servicios del país de origen (EUA).

Cabe aclarar que EUA emite una cantidad de dólares superior a una relación correcta con su producción de bienes y servicios; la diferencia con el resto de los países que también emiten dinero en exceso, es que EUA creó la confianza suficiente para que la mayoría de los ciudadanos de otros países acumulen sus ahorros en dólares.

En lo que respecta a la pérdida de competitividad de Argentina, en el caso que adopte “la dolarización”, no deja de ser falaz, por cuanto la medida no implica disminución de producción de bienes y servicios argentinos, sólo pone en evidencia el bajo valor de la productividad de nuestra industria.

Seguir “midiendo” la economía argentina con un “patrón de medida” en permanente contracción (el peso argentino), es una manera de engañarnos a si mismos.

La alternativa para “no dolarizar” sería que dejemos achicar el “patrón de medida” (el peso), es decir devaluarlo. Esto implica poner en el mercado más moneda solo en la misma proporción que aumenta la productividad, es decir, dejar de emitir sin respaldo.

Para ello es necesario que el Estado no gaste más de lo que recauda. Y que los gobiernos no teman arriesgar su futuro, cuando las necesidades de la población se convierten en apremiantes y resistir la tentación de emitir sin respaldo, trasladando el problema del momento al futuro.

 

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