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NOTA DE OPINIÓN / Por Joaquín Escribano, integrante de SINERGIA ( Centro de Estudios Políticos, Económicos y Sociales
Podemos decir, a grandes rasgos, que el Estado es lo que hace. Y lo que hace contribuye a definir el tipo de sociedad en la que vivimos, de la cual el Estado es garante y principal responsable de su buena articulación y convivencia.
El actual desafío en Argentina podría resumirse en la tarea de armonizar el desarrollo económico con la equidad social y la democracia política. Unir estos objetivos es una tarea claramente política en la cual el Estado juega un papel muy importante. En consecuencia, necesitamos un enfoque más político que tecnocrático del Estado.
Usted, leyendo estas breves líneas, podrá preguntarse. ¿Y estas afirmaciones, por qué? Pues bien, porque es por medio del Estado (como instancia superior) que la
sociedad se reconoce a sí misma como un orden colectivo, y que los individuos se reconocen como pertenecientes a una misma comunidad. El Estado representa, garantiza y reproduce las pautas de la convivencia social. Es por ello que no da igual si la intervención estatal es decidida según criterios democráticos o no democráticos.
Ahora bien, esta intervención estatal se hace a través de un Gobierno electo por el pueblo y es, en última instancia, este Gobierno quien define si la intervención estatal es democrática o no.
Y entiéndase a la democracia como forma de organización social y política, no como el mero acto de acudir a votar una vez cada una determinada cantidad de años. Esto último se relaciona con la vida en libertad, claro está, pero la vida en libertad en todas sus formas: la sociedad para existir exige
que la libertad de unos subsista con la libertad de todos.
En nombre de la libertad no se pueden anular vidas, vocaciones o espíritus. Una libertad sin seguridad de vida, de trabajo, de educación, de salud, es una falsa libertad. No se trata de que el Estado cercene libertades individuales, sino todo lo contrario: que ordene valores, que armonice los derechos del individuo y los derechos colectivos.
En estos tiempos, en nuestro país, el Estado está en disputa. Un Estado mínimo versus un Estado con fuerte presencia.
Para graficar esta disputa, y modo de ejemplo, analicemos brevemente que ocurre con un Estado completamente ausente y como es el funcionamiento de un Estado presente y eficaz.
Como ejemplo del caso de Estado completamente ausente (a nivel país no existe ninguno en el mundo), podemos citar el caso del pueblo de Grafton, ubicado al noreste de Estados Unidos. Un grupo de personas libertarias se instaló en aquella localidad en el año 2004, para poder poner en marcha su idea, reduciendo impuestos y regulaciones, para demostrar que “el Estado en su intervención es opresivo y productor de pobreza, mientras que si se deja a la sociedad actuar por su pura cuenta y autorregulación, esta florece y prospera».
Sin embargo, al cabo de unos pocos años, la localidad tuvo un deterioro muy grande en sus servicios públicos, aumentó en demasía la actividad criminal e incluso se produjo un inusual ataque de osos contra los residentes del lugar (el pueblo se ubica en la frontera con Canadá, lugar con una población de osos importante), dado que se producían grandes cantidades de basura acumulada en las calles porque no había servicio de Recolección de residuos.
Es decir, la ausencia del Estado en un pequeño pueblo generó que los servicios dejaran de funcionar, que los criminales acudieran a cometer delitos al pueblo por falta de policía (regulada estatalmente, y que no dejaron funcionar en Grafton), e incluso un brutal ataque de osos que no tenían ningún tipo de impedimento para llegar a las casas de los residentes del lugar, dada la falta de fuerzas de seguridad que custodiaran aquel pueblo.
Como contrapartida podemos analizar el caso de Alemania, la primera potencia de Europa desde hace ya varios años. El Estado Alemán puede ser analizado desde varios puntos de vista, teniendo en cuenta algunas de sus políticas públicas: el Estado alemán otorga seguros públicos contra los riesgos esenciales de la vida (vejez/invalidad, enfermedad, desempleo temporario); subsidios directos e indirectos; educación escolar y universitaria mayoritariamente pública y gratuita; entre otros.
El ingrediente central de la prosperidad general alcanzado en Alemania es el pleno empleo a salarios relativamente altos. Tanto el derecho al consumo individual corriente, como el derecho al consumo después de la vida “activa» se adquiría y sigue adquiriéndose a través del trabajo asalariado. En el centro dela escena se encuentran los sindicatos y la patronal, que coordinan el salario y la productividad teniendo como meta el aumento real del salario y el mantenimiento del empleo.
La integración es tal que por ley los sindicatos están representados en la junta directiva de la compañía a cargo de las decisiones estratégicas. Podríamos enumerar varios ejemplos más respecto al funcionamiento del Estado alemán y su intervención, pero sería extendernos por demás en el análisis.
Veamos, mejor, los números de Alemania: siendo una de las 10 economías más importantes del mundo, la última tasa de variación anual del IPC publicada en Alemania es de septiembre de 2023, y fue del 4,5%.; El PIB per cápita es un muy buen indicador del nivel de vida y en el caso de Alemania, en 2022, fue de 46.260 € euros; En cuanto al Índice de Percepción de la Corrupción del sector público, en Alemania ha sido de 79 puntos, siendo uno de los países con menos corrupción del mundo.
Teniendo en cuenta ambos casos (insistiendo en que no es posible comparar a nivel país, dado que no existe en el mundo una nación con intervención cero del Estado), podemos concluir que para que una economía sea floreciente y el nivel de vida de los ciudadanos de un país elevado, no es necesario un desplazamiento del Estado.
En oposición a esa afirmación, podemos observar que Alemania mantiene un intervencionismo fuerte del Estado para lograr mantener un nivel de vida elevado de sus habitantes, al mismo tiempo que un orden en las arcas estatales a nivel macroeconómico.
Retomando lo dicho anteriormente, quiz·s debamos exigir como ciudadanos de esta comunidad argentina un correcto funcionamiento del Estado y un eficaz desarrollo de las reparticiones del mismo, antes que una destrucción del orden preestablecido.