Humo blanco en Petroquímica: principio de acuerdo para abrir la planta y nuevos aires de flexibilidad laboral

 

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EMPRESA / PR3 EN CRISIS /

Por la Redacción. Después de meses de silencio, incertidumbre y máquinas detenidas, Río Tercero respira aliviada. El conflicto en Petroquímica Río Tercero (PR3), que amenazaba con convertirse en una herida terminal para el polo industrial local, ha encontrado finalmente un cauce de solución. Gracias a un principio de acuerdo entre la empresa y el Sindicato del Personal de Industrias Químicas y Petroquímicas (SPIQyP), la planta se prepara para encender nuevamente sus motores.

Este desenlace, que pone fin a la paralización iniciada tras los despidos de julio, no es casualidad. Es el fruto de la voluntad de las partes, pero fundamentalmente de la labor incansable y silenciosa del Ministerio de Trabajo local. La cartera laboral se convirtió en el garante de la paz social, manteniendo abierta la mesa de diálogo incluso en los momentos de mayor tensión, evitando el «cierre total» y construyendo puentes donde parecía haber abismos.

Un acuerdo plurianual: estabilidad y futuro

La gran novedad que trae este principio de entendimiento es la proyección. No se trata de un parche temporal, sino de un Acuerdo Plurianual. Este convenio busca establecer reglas de juego claras para los próximos años, brindando la previsibilidad que tanto la empresa de capitales nacionales como los trabajadores necesitaban.

El pacto contempla la reactivación inmediata de las líneas productivas consideradas viables: PAC, cloro y soda cáustica. Si bien se confirma el cierre definitivo de la línea de TDI (Diisocianato de Tolueno), el acuerdo garantiza la continuidad operativa de la fábrica, salvaguardando una fuente de empleo clave para la ciudad.

En cuanto al personal, se logró un punto de equilibrio vital: la reincorporación de un grupo de operarios. Aunque los números finos se terminan de pulir (la empresa ofreció 16 y el gremio solicitaba 24), el hecho de que existan reincorporaciones es una victoria simbólica y material que desbloqueó la negociación.

La nueva era: flexibilización para la viabilidad

Sin embargo, el retorno a la actividad trae consigo un cambio de paradigma ineludible: se viene una etapa de mayor flexibilización laboral. El acuerdo implica una adaptación a los tiempos que corren, donde la eficiencia y la reducción de costos fijos son mandatos para la supervivencia de la industria.

Bajo este nuevo esquema, se debaten ajustes en condiciones que antes se daban por sentadas. Ítems como el servicio de comedor en planta y el transporte del personal están siendo revisados. La empresa los ha catalogado como una «erogación importante» que debe optimizarse en este nuevo modelo de negocio más austero y competitivo.

Lejos de verse como un retroceso, este sinceramiento de los costos y la flexibilización de ciertas condiciones se presentan como la llave maestra que permite abrir los portones de la fábrica. Es el consenso de que, para conservar el empleo y la producción, es necesario adaptarse a una estructura más liviana y dinámica.

Un horizonte de esperanza

Las próximas audiencias en la Secretaría de Trabajo serán decisivas para rubricar la letra chica de este pacto. Pero el mensaje político y social ya está dado: Petroquímica no cierra. Se transforma.

Con el apoyo tutelar del Ministerio de Trabajo, que supo conducir el conflicto hacia el consenso, y la madurez de un gremio y una empresa dispuestos a ceder para ganar futuro, Río Tercero recupera un motor productivo. Se cierra una etapa de conflicto y se abre una de trabajo, bajo nuevas reglas, pero con las máquinas en marcha.

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